Antes de escribir su novela, Tom Wolfe, como en él era característico, se documentó ampliamente (se dice que durante años), tanto en la Atlanta postolímpica y ultramoderna, símbolo de la América corporativa, conflictiva, multirracial y multicultural, territorio compartido por negros, blancos, hispanos y asiáticos, lo que la sitúa como un territorio de delicada estabilidad; como en Oakland, al otro extremo del país, con ánimo de registrar minuciosamente todos los detalles y accidentes de la geografía y el ámbito vital del contrapunto narrativo representado por el humilde personaje de Conrad Hensley. El personaje principal es Charlie Croker, magnate de la propiedad inmobiliaria, ex estrella del fútbol americano y propietario de una plantación de 29.000 acres, cuyos empleados son todos negros. Alrededor de él, Wolfe agrupa una serie de subtramas y una variedad de personajes que sirven para conformar el relato de esta extensa novela. Los principales, Wesley Dobbs Jordan, alcalde de la ciudad, y el abogado Roger White II representan a la aristocracia negra de Atlanta. Fareek Fanon, afroamericano y estrella emergente del fútbol americano, acusado de violación por Elizabeth Armholster, hija de uno de los industriales más poderosos de Atlanta, una historia que supone una grave amenaza de disturbios raciales. Martha Croker, su primera esposa, que intenta mantener su posición social sin su marido; Ray Peepgass, ejecutivo de Planners Banc, que intenta sacar provecho ilegal de la caída de Croker y, sobre todo, Conrad Hensley, un humilde empleado de una de las empresa de distribución de alimentos propiedad de Croker, a quien una serie de casuales fatalidades llevarán a la prisión de Alameda County, y una vez en ella, gracias a que le entregan un libro que no es el que ha pedido, al descubrimiento de la filosofía estoica de Epicteto. La historia de este joven resulta ser lo más original y emotivo de la novela.
Las vidas de todos ellos irán confluyendo alrededor del desgraciado incidente de la presunta violación, en el que, salvo el deportista, ninguno está involucrado, pero se verán afectados por él o sus posibles consecuencias.
Mediante su dominio del lenguaje, lo atractivo de la historia que plantea y la manera de contarla, el autor consigue seducirnos gracias también a que la narración tiene muchos momentos intensos e interesantes a la hora de describir la corrupción de la clase política, los juegos de sociedad de los más privilegiados, el despiadado código de conducta por el que se rige el mundo de las finanzas, el poder de los medios de comunicación, las tensiones raciales, la violencia de la vida callejera, la manipulación comercial de la cultura, la rutina de los ciudadanos sin nombre, o la vida, realmente peligrosa, en el interior de una cárcel.
La novela tiene mucho de documento social y resulta amena y atractiva a pesar de que cuando uno llega a las últimas páginas tiene la impresión de que aquello se va deshinchando como un globo que pierde presión y que Wolfe no es capaz de hallar un final a la altura de la narración que hemos disfrutado hasta ese momento.
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