Mientras concluye el rodaje de su última producción, el director Tomas Freiburg (Franz Rogowski) lo celebra en compañía de su marido Martin (Ben Whishaw), el equipo de filmación y sus invitados. Entre estos últimos se encuentra Agathe (Adèle Exarchopoulos), una joven que invita a Tomas a bailar. Pronto, los dos acabarán en la cama. Surge entonces una relación apasionada entre los tres marcada por la pasión, los celos y el narcisismo.
Su realizador, el estadounidense Ira Sachs, ha declarado en alguna ocasión su decepción ante algunas dificultades a la hora de calificar la película, por lo que considera una especie de censura cultural ante films que reflejan relaciones homosexuales o de algunos otros tipos de nuevas relaciones intersexuales en un ambiente social que en ocasiones se muestra hostil a este tipo de representaciones.
La verdad es que el ambiente en que se mueven algunos de los personajes, es lo de menos a la hora del relato que, en realidad, gira alrededor de un personaje engreído y pagado de sí mismo, de esas personas que acaban siendo tóxicas para quienes se relacionan con ellos. Tomas se cree el centro del universo y no es consciente (o aparenta indiferencia) del daño que puede hacer a los demás. Los dos amores entre los que se debate pagan las consecuencias y acaban apartándolo de sus vidas y es que el amor de pareja, por mucho que queramos obviarlo, requiere de cierta exclusividad y, sobre todo, de mucho respeto hacia el otro, de lo contrario, puede ocurrirte como al protagonista que, de buenas a primeras, te encuentres con que te vuelven la espalda por puro hartazgo hacia la altivez y egocentrismo del otro.
Guapísima Adèle Exarchopoulos.
ResponderEliminarMuy llamativa, sí.
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