miércoles, 19 de junio de 2024

NADIE SABE

 


Keiko (You), una madre soltera, vive en Tokio y se muda a un pequeño apartamento con su hijo Akira Fukushima (Yûya Yagira) de doce años y sus hermanos Shigeru (Hiei Kimura) y Yuki (Momoko Shimizu). Kyoko (Ayu Kitaura), otra hermana, llega más tarde en tren. Los niños tienen padres diferentes y no están escolarizados, pero llevan una vida resignada con su madre. Cuando Keiko encuentra un nuevo novio, decide dejar a los niños, le da algo de dinero a Akira y le asigna el cuidado de sus hermanos. Aunque regresa un tiempo después, acaba desapareciendo definitivamente. Cuando se acaba el dinero, Akira consigue encontrar la manera de sobrevivir con los jóvenes sin luz, gas ni agua en casa, y con la casera reclamando el alquiler.


La película se inspira en un hecho real de finales de los años 80 en que una madre abandonó a sus cuatro hijos, y al morir la más pequeña se descubrió la trama. Se trata de una familia totalmente atípica, con niños no inscritos en el registro, que no van a la escuela, en la que el mayor, de 14 años, hace de padre y madre.
Aunque según su director y guionista Hirokazu Koreeda, únicamente los escenarios y el final de la historia (aunque con una variante) tienen parecido con la historia real y la versión cinematográfica es menos cruda que la realidad de los hechos. 


A veces el cine nos demuestra que ni grandes estrellas, ni un gran despliegue de medios, son imprescindibles para ofrecernos una gran película. En un minúsculo apartamento y con unos exteriores que no van más allá del reducido entorno de un barrio de Tokyo, con un grupo de niños-actores desconocidos, Koreeda nos sumerge en esta dura historia de abandono, criaturas entrañables obligadas a vivir como adultos, pero sin la experiencia, los medios o las referencias que un adulto posee.
Enfrentados a una sociedad que sienten hostil (Akira manifiesta en un momento del film que ya una vez cayeron en manos de los servicios sociales y fueron separados), no se atreven a pedir auxilio a las autoridades por miedo a las consecuencias y se verán atrapados en una espiral de degradación con pocos visos de futuro, pero prefieren eso a la alternativa que preveen.
Un film en que la crudeza y la ternura que sentimos por esas criaturas, se dan la mano y en el que su realizador consigue eludir el melodrama barato a que tan proclives son estas historias de niños desamparados.
Una historia muy triste, tremendamente entrañable que nos deja un desgarro en el alma cuando pensamos que algo falla en nuestras sociedades superdesarrolladas, de las que formamos parte lo queramos o no, cuando son capaces de permitir situaciones tan crueles.




2 comentarios:

  1. Otra historia cruda y tierna de las que tanto interesan al director japonés.

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    1. A pesar de que no falta el humor, en efecto, es bastante dura.

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