viernes, 6 de diciembre de 2024

MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA

 


Después de 17 años como reconocido y respetado periodista deportivo en la ciudad de Nueva York, Eddie Willis (Humphrey Bogart) se queda sin trabajo cuando su periódico cierra. Un importante promotor de peleas, Nick Benko (Rod Steiger), le propone que actúe como relaciones públicas de su nuevo boxeador, Toro Moreno (Mike Lane). Eddie sabe cómo funciona el negocio de las peleas y, después de ver a Toro en el ring, se da cuenta de que no es más que un paquete que no tiene ninguna posibilidad de triunfar. Benko le ofrece un salario considerable y una cuenta de gastos ilimitada y, dada su situación financiera, Eddie acepta. El plan consiste en montar una serie de peleas amañadas para que Toro consiga ascender en el ranking y pueda pelear por el título. Si consiguen esa pelea, los promotores obtendrán unos buenos dividendos.


El guion se basa en una novela de Budd Schulberg, ganador de un Oscar como guionista por La ley del silencio
Esta fue la última película de Bogart.


Película ambientada en el mundo del boxeo, con una espléndida fotografía en blanco y tomas que, además de las peleas sobre el ring, incluye algunas panorámicas muy interesantes de la ciudad de Nueva York. Algo similar puede apuntarse del montaje que cobra gran importancia y está resuelto de manera brillante. 
El personaje de la película, evidentemente, es Eddie, al que Bogart, ya enfermo, solventa con gran profesionalidad, dotándole de ese aire de cinismo e insolencia que requiere un tipo que ya está en el camino de regreso, porque se conoce todos los chanchullos de la vida y al que engañar, lo que se dice engañar, no van a conseguirlo, si se deja llevar es porque le interesa o porque no tiene más remedio ("tengo que comer", le dice a un colega de profesión), pero sabe de sobra dónde se mete, tiene más recorrido que cualquiera de los sinvergüenzas con los que trata. 
Al final, se deshace del escudo con el que se protege de tanta basura como le cae encima y desde lo más profundo de su ser, allá abajo, en algún lugar recóndito de su conciencia, encuentra algo de humanidad que le empuja a echar una mano a este gigantón argentino que no sabe moverse entre las doce las cuerdas y que tiene mentalidad de niño pequeño, al que han tendido una trampa y al que tratan como carne de matadero, cuyos restos van a ir directamente al estercolero en cuanto deje de ser rentable. 
Cine negro cuando ya estamos en los años postreros de la época dorada del género, con un mensaje final que no deja lugar a interpretaciones: "El boxeo tiene que desaparecer". Así lo teclea Eddie Willis en su máquina de escribir. 
Un mensaje tan claro y rotundo que difería de lo que pensaba el autor de la novela en que se basa el film, pues Budd Schulberg, que la escribió basándose en personajes y hechos reales tomados de aquí y allá, aún creía en la nobleza de este deporte corrompido por los manejos de gente sin escrúpulos. 
En la película interviene dos leyendas del boxeo, Max Baer y J.J. Walcott, ambos ya retirados cuando se hizo el film, en el que interpretan a sendos boxeadores. Max Baer fue campeón del mundo tras derrotar al italiano Primo Carnera al que derribó 11 veces durante el combate. Antes había alcanzado fama por la soberana paliza que le propinó a otra leyenda del boxeo, el germano Max Schmeling. Por su parte, Walcott, fue campeón del mundo de los pesados hasta su derrota ante Rocky Marciano.




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