viernes, 30 de diciembre de 2022

EL MÉDICO AFRICANO

 


A mediados de la década de los setenta del pasado siglo, Seyolo Zantoko (Marc Zinga), un joven originario de Kinshasa, acaba de graduarse en medicina en la Universidad de Lille. En lugar de aceptar el puesto de médico personal del presidente zaireño Mobutu, decide hacerse cargo de una vacante de médico rural en un pequeño pueblo de la campiña francesa. Cuando llega a Marly-Gomont, la gente desconfía porque nunca han visto a un negro, pero Seyolo está decidido a luchar y hará todo lo posible para ganarse la confianza de los aldeanos.


Basada en la historia del padre de Kamini Zantoko, coguionista del film. Él creció en Marly-Gomont, una pequeña ciudad rural francesa, donde su padre era médico y ellos, la única familia negra de la localidad.


La película tiene algún que otro altibajo en su desarrollo y en momentos puntuales se deja llevar un poco por lo fácil, casi haciendo equilibrio con la sensiblería. Pero bueno, ya digo que eso es puntual y en general, sale del paso bastante decorosamente. 
Aparte de eso, que no dejan de ser apreciaciones personales, el fuerte de la película es la historia que narra, reflejo de una realidad. Con un planteamiento que busca otra forma de narrar el racismo, aunque más que racismo propiamente dicho, lo que vemos en el film es esa mezcla de prevención, incomodidad, inquietud y, por qué no decirlo, miedo, hacia las personas diferentes, como si el colo de la piel, la religión o la condición sexual fueran un estigma que deben sobrellevar y por el que son juzgadas a priori, sin molestarse en conocerlas. La situación del protagonista se ve agravada por su propia profesión, seguramente si fuera mecánico o fontanero, no hubiera tenido que soportar las prevenciones de la gente, pero de todos es sabido que hay personas que se niegan por sistema a poner su cuerpo y su salud en manos de un médico gay, de un musulmán, de una mujer o, al revés, de dejar a su esposa en manos de un ginecólogo hombre o de un cristiano o una mujer en algunos países musulmanes. Ese comportamiento paleto (y lo digo en la más amplia acepción del término, porque hay muchos paletos de estos en las ciudades, entre las clases altas o entre los pretendidamente cultos) es al que se enfrenta Seyolo, víctima de esta especie de oscurantismo y de la maledicencia, sin que nadie pueda asegurar por experiencia propia si es un buen o un mal médico, ya que se niegan a acudir a su consulta y prefieren desplazarse quince kilómetros hasta otra localidad. En ese sentido y en los malos tragos que han de pasar su esposa y sus hijos, la película cumple sobradamente su fin de denuncia, quizá fuera lo único que pretendían sus creadores. Si así fuere, lo han conseguido.




4 comentarios:

  1. El título original, "Bienvenue à Marly-Gomont", va en la línea de "Bienvenidos al norte" y demás secuelas en las que alguien debe enfrentarse a un entorno que a priori le resulta hostil. Aquí, además, se añadía un elemento racial que entronca también con otra propuesta de enorme éxito en el cine francés de los últimos años: la saga de "Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?".

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  2. Los médicos actualmente tienen tales cargas de trabajo, que difícilmente se pueden recrear en las circunstancias del paciente. Bastante si llegan a darse cuenta del género y la edad.

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