martes, 24 de mayo de 2022

1914. DE LA PAZ A LA GUERRA

 

Podríamos mencionar la rivalidad entre Alemania y Gran Bretaña y su carrera armamentística naval, o el temor y hostilidad mutuos entre Rusia y el Imperio Austrohúngaro. Sin embargo, fue en los Balcanes donde surgiría el mayor de todos los peligros: dos guerras entre sus países, una primera en 1912 y la segunda en 1913, estuvieron a punto de involucrar a la grandes potencias. La diplomacia, las amenazas en falso y la temeridad política preservaron al final la paz; pero, aunque los europeos no podían saberlo, aquello fue un ensayo general para el verano de 1914. Como dicen en el teatro: si el último ensayo sale bien, el estreno será un desastre.
La crisis de julio de 1914 fue creada inicialmente por la imprudencia de Serbia, la sed de venganza del Imperio Autrohúngaro y el cheque en blanco que le dio Alemania a éste. Las potencias de la triple entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia), tenían en su mano evitar la guerra o librarla en las condiciones más favorables posibles si esta llegaba. Los debates históricos posteriores se han centrado en la cuestión de la culpabilidad de Alemania, del Imperio Austrohúngaro o de Serbia. Otros culpabilizan a Francia por respaldar a Serbia, a Gran Bretaña por no reconocer la legitimidad de las demandas alemanas que aspiraba a tener un lugar en el concierto internacional y participar en el reparto colonialista mundial, incluso por no dejar claro al principio que participaría al lado de Francia y Rusia. Pero si estos asuntos han fascinado a historiadores y analistas políticos, seguramente nunca tengamos una respuesta definitiva, porque para cada argumento existe una refutación sólida. 
Margaret MacMillan recorre con detenimiento la situación de cada país, no solo europeo, sino incluso China, Japón o EE.UU., analiza cuál era la situación mundial en general y la europea en particular, tratando de que el lector tenga argumentos e información suficiente y detallada para sacar sus propias conclusiones sobre los porqués de un conflicto que acabó afectando, de forma directa o indirecta a todo el planeta, algunas de cuyas razones (si es que hay razones para la guerra), siguen acechándonos en la actualidad, por más que queramos verlo lejano, no en vano, acontecimientos sucedidos hace más de un siglo, hacen que tengamos la percepción (equivocada, pienso yo), de que están superados o que nada nos aportan a nuestros problemas actuales, cuando resulta ser todo lo contrario. Por ejemplo, cuando el gobierno Serbio que controlaba las provincias otomanas de Kosovo y una parte de Macedonia, tuvo que hacer frente a una rebelión de la cada vez más numerosa población de musulmanes albaneses, aplastó de forma brutal cualquier resistencia generando para Serbia un legado de odio y resentimiento que sigue vivo y continúa creando problemas en la actualidad entre Serbia, Albania y Grecia.
Otro ejemplo, este con consecuencias aún más recientes: Rusia siempre se sintió vulnerable por no tener defensas naturales en sus fronteras y uno de los legados que dejó esa vulnerabilidad fue tener un gobierno centralizado y autoritario, algo que se consideraba fundamental para su autodefensa y un argumento que Putin esgrime, cada vez que se le presenta la ocasión, para justificar a Stalin en la historia rusa, en el sentido de que tanto Stalin como su régimen fueron necesarios para mantener a Rusia unida frente a la amenaza enemiga. Otra consecuencia, fue la continua búsqueda de seguridad llevando sus fronteras siempre un poco más allá, teniendo absorvidas, a finales del XVIII a Finladia, los estados del Báltico y parte de Polonia.
¿Les suena actual todo esto? Pues eso, que el asunto es más actual de lo que pudiera parecer y, desde luego, con el magnífico tratamiento que le da la autora, que lo hace ameno a pesar de la cantidad de datos y reflexiones que aporta, resulta un libro de lo más recomendable para quien desee saber lo que aconteció en aquellos años en que Europa pasó de la paz a la guerra cuando nadie lo esperaba, exactamente igual que ahora, con un montón de paralelismo que nos hacen pensar, por un lado, que vivimos circunstancias no iguales, pero sí muy similares y, por otro, constatar, una vez más, que la raza humana no acaba de escarmentar y repite de forma cíclica los mismos errores.



8 comentarios:

  1. Vamos: que no hemos avanzado tanto en los últimos cien años.

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    1. Cuando lees algunas de las cosas que ocurrían entonces, parece que estás escuchando un noticiario actual.

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  2. Hola.
    Iba a decir lo mismo que en el comentario anterior, no hemos avanzado.
    Muy feliz día y si hubiera una cuarta dosis claro que la pondría, que pasé Covid con y sin vacuna y menuda diferencia, pero esta vez me vi tan mal qu eme lamentaba y renegaba, jejejeje.

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    1. A veces uno tiene la impresión de que la raza humana evoluciona para atrás.

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  3. Que tal Trecce!
    Un tema de lo mas interesante y que siempre me ha parecido fascinante. El detalle/mapa de la portada es magnifico, hay autenticas joyas de ese tipo.
    Saludos!

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    1. La portada reproduce un mapa de I Guerra Mundial, del artista checo, nacido en Praga, Walter Trier, conocido sobre todo por sus ilustraciones para libros infantiles, aunque este no sea el caso.
      Trier era hijo de una familia de judíos alemanes y un declarado antifascista, que hubo de emigrar de Berlín, donde vivía, a Londres en 1936 huyendo de los nazis.

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  4. La multi premiada pluma de Margaret MacMillan ha descrito magistralmente las circunstancias que llevaron a aquella guerra mundial. La imprudencia Serbia y la ambición del Imperio Autrohúngaro hicieron inevitable aquel enfrentamiento suicida. Esperemos que ahora, no se repita aquella historia, ya que se dan unas condiciones muy parecidas, aunque sean otros los culpables.

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    1. En más aspectos de lo que pudiera parecer, la situación actual presenta similitudes que dan miedo.

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