PICNIC

 

Cansado de vagabundear, Hal Carter (William Holden) llega en un vagón de carga de un tren a un pequeño pueblo, para encontrarse con su viejo compañero de estudios Alan Benson (Cliff Robertson) hijo del hombre más rico de la ciudad. Hal es un fanfarrón egocéntrico, todo potencial, pero sin ningún logro en la vida. El visitante traerá en jaque a su amigo y hechizará a la mayoría de las mujeres de la comunidad, entre ellas a Maggie Owens (Kim Novak), la reina de la belleza local, novia de Alan. En un picnic con motivo del día del trabajo, muchas emociones encontradas van a salir a flote.

El guión adapta la obra teatral del mismo título de William Inge. Por ella recibió, en 1953, el Premio Pulitzer de teatro.

Una historia de personajes frustrados e insatisfechos (ese mal tan del mundo desarrollado), ubicada en un lugar indefinido, aislado y extraño. La película está sembrada de un humor ácido y crítico, con una pátina singular de autocensura propia de la época, pero a su vez crea rendijas por donde pasa un viento de libertad.

Con planos y composiciones de gran nivel técnico y artístico, el film cuenta con un elenco de secundarios magníficos y con actuaciones de esas que llaman la atención por la solvencia con que están interpretados la mayoría de los personajes, para llegar a una escena aérea de cierre memorable que pasa por ser la primera que se rodó desde un helicóptero, aunque no es así, al parecer ya se había hecho en algún film menos conocido.

La sensualidad y el erotismo que se respira en muchos momentos de la película, alcanzan su cenit en el baile de Holden y Novak a los acordes de «Moonglow», quizá el más sensual y sugerente que se haya visto en la gran pantalla.