Fausto Moretti (Franco Fabrizi) seduce a Sandra (Leonora Ruffo), la hermana de su amigo Moraldo Rubini (Franco Interlenghi), y se ve obligado a casarse con ella. Tras la luna de miel, consigue un trabajo vendiendo artículos religiosos en una pequeña tienda. El matrimonio no lo cambia; sigue saliendo con sus amigos a buscar mujeres. Incluso intenta seducir a la esposa de su jefe y lo despiden. Sandra lo perdona todo. Él y sus amigos se contentan con la ociosidad, perseguir mujeres y dejar que otros se encarguen de buscar trabajo. Después de que Fausto pase otra noche fuera de casa con una chica, Sandra ya no puede perdonarlo y huye con su hijo. Fausto y sus amigos los buscan por todas partes, temiendo lo peor.
Retrato de este grupo de jóvenes atrapados en un limbo de eterna adolescencia que sueñan con escapar del tedio del pueblo costero donde viven: El mujeriego Fausto, obligado a casarse con una joven a la que ha dejado embarazada; Alberto (Alberto Sordi), el eterno niño; Leopoldo (Leopoldo Trieste), un escritor sediento de fama; Riccardo (Riccardo Fellini), un infeliz con ínfulas de cantante y Moraldo, la conciencia del grupo. Nominada al Óscar al mejor guion original, Federico Fellini captura la laxitud y la añoranza de sus protagonistas con ingenio cómico y cierta compasión.
La traducción del título original (I vitelloni), sería "Los terneros", pero estos terneros ya son grandecitos, andan por la treintena y no se ve que tengan otra aspiración en la vida que dejar pasar el tiempo, un grupo de vagos que brilla en las fiestas y el resto del tiempo se dedica a holgazanear.
Un Fellini menos recargado que en películas posteriores, con una historia de planteamiento sencillo, pero no por ello menos interesante y profunda.
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