miércoles, 17 de diciembre de 2025

VASIL

 


Un arquitecto jubilado recoge en su casa a un inmigrante búlgaro sin techo, experto en jugar al bridge y al ajedrez. Con el tiempo, se establece entre ellos una peculiar relación que no todas las personas de su entorno entienden o aprueban.


Debut en la pantalla grande de la guionista y realizadora valenciana Avelina Prat, basada en una historia que vivió relativamente de cerca: «La película nació de una historia que le ocurrió a mi padre hace unos años: un día me llamó para decirme que no podía quedar porque tenía un búlgaro en casa, que se iba a quedar allí un par de días porque no tenía dónde dormir. Pasaron un montón de cosas, pero meses después, cuando todo había desaparecido, la historia seguía en mi cabeza y pensé en escribirla».


Hay quien se queja de que la película no logra transmitir lo que pretende al espectador. Yo llego a dudar de que Avelina Prat quiera transmitir algo y que la cosa no sea mucho más sencilla. La valenciana cuenta una historia (muy emotiva, por otra parte) y la coloca en un entorno muy actual, cual es el de la emigración. Lo hace sin complacencia, pero sin cargar las tintas, de hecho, el protagonista, el búlgaro Ivan Barnev (muy conocido en su país), no es el típico inmigrante de las películas de denuncia, es un tipo cultivado, educado, amable, con buena presencia y tiene pasaporte (no es un indocumentado como he leído en algún lugar), aunque es cierto que no encuentra trabajo estable, le dan trabajo sin contrato y se topa con una burocracia que desmiente aquello de que las ayudas sociales son muy fáciles de conseguir, al menos para Vasil no lo serán y depende de la buena voluntad de algunas personas.
Pero la película también, y yo creo que sobre todo, nos habla de la incomunicación, o mejor de las dificultades de comunicarse, no solo con quien habla otro idioma, sino entre padres e hijos o con personas con quienes compartimos amistad y otro tipo de relaciones sociales.
Cine con un gran fondo de humanismo que se centra en lo cotidiano aderezándolo con leves toques de humor y una crítica a cierto sector social que vive muy tranquilo en su acomodo que no desea ver perturbado, aunque esa perturbación no sean más que imaginaciones y prejuicios sin fundamento.
Gran trabajo de los tres intérpretes principales (el mencionado Barnev, Karra Elejalde y Alexandra Jiménez) y un guion trabajado que hacen de esta película un film muy agradable de ver.




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