Un cazador de recompensas detiene a un joven acusado de asesinato. Durante el viaje a la ciudad donde debe ser juzgado, se les unen una pareja de pistoleros y una bella mujer. Por el camino serán perseguidos no sólo por los indios, sino también por el hermano del detenido, que trata de liberarlo.
Con un par de películas recordadas y bastantes más que permanecen casi olvidadas, Budd Boetticher es uno de esos realizadores que, desde la modestia de su trabajo, consigue sacar provecho de casi cualquier historia que se le presente. En este caso estamos ante un film de serie B que hay que valorar por sus características de bajo presupuesto y, por ello, escasez de medios. Pero el realizador norteamericano lo suple acudiendo a la concisión a la hora de contar la historia, al tiempo que nos regala algunos planos realmente logrados. Un elenco encabezado por Randolph Scott y algunos secundarios que serían muy conocidos más adelante como James Coburn o Lee Van Cleef.
Con poca acción y menos suspense, los personajes se mueven por paisajes abiertos, quedando al descubierto sus fortalezas y debilidades, con diálogos que se convierten en verdaderos desafíos psicológicos.




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