Nombeko Mayeki, con cinco años empieza a trabajar como recogedora de cubos de excrementos en las letrinas de Soweto, a los diez queda huérfana y es atropellada a los quince.
Precoz e inteligente consigue, con cierto espíritu ingenuo y, al tiempo, de práctico optimismo, superar una situación imposible tras otra y desempeñar un papel decisivo en la política internacional antes de acabar en Suecia por casualidad. Durante este trayecto vital, consigue enfadar al Mossad israelí, conocer a dos hermanos idénticos, uno de los cuales no existe (jamás fue inscrito en el registro), y finalmente acabar encerrada en el remolque de un camión de patatas junto con el primer ministro sueco y el mismísimo rey Carlos Gustavo.
El libro está repleto de detalles y personajes reales de Suecia, Sudáfrica, China, Israel o Libia, pero el autor, el sueco Jonas Jonasson, los entremezcla de tal forma con situaciones esperpénticas y surreales que si quieres comprobar cada detalle, te resultará imposible.
Quienes hayan leído la novela o visto la posterior película El abuelo que saltó por la ventana y se largó, encontrarán mucho de eso en este libro, en el que Jonasson une todos los hilos y resuelve todos los problemas con humor, a veces negro, eso sí. Es un poco como mirarse en esos espejos de feria que deforman la figura, pues, un poco, es a nosotros mismos a quienes vemos. La propia humanidad y sus defectos, combinados con el azar y un toque de imposibilidad, es lo que nos lleva a sonreír.

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