Como en algunos de sus otros libros, el checo Bohumil Hrabal, se basa en las experiencias de los diversos trabajos que desempeñó en su juventud para extraer las anécdotas que conforman el relato. Un libro breve y risueño, divertido y algo travieso, porque así busca dar mayor realce a los trágicos acontecimientos que rodearon la ocupación nazi de su país y la Segunda Guerra Mundial.
Reflexionando sobre su relato, Hrabal decía: "Quiero descubrir hasta qué punto se puede jugar con dos motivos tan contradictorios. El motivo del ridículo y de lo obsceno al lado de un acontecimiento trágico, dominado por el motivo central: la lucha contra el enemigo".
El protagonista es un ferroviario joven y tímido que no vacila en aceptar la tarea que le asignan, en cierto modo se siente importante con su uniforme de relucientes botones, pero sabe que, al final, más allá de su pasión por los trenes y su intento de dejar a un lado el conflicto que está viviendo su país, ocupado por tropas extranjeras, éste le acabará engullendo y aquello tiene visos de acabar de forma trágica.
Salpicado de momentos y personajes hilarantes, como el jefe de estación, rodeado de las palomas que cría o el factor Hubicka, a quien van a abrir un expediente por llenar el trasero de la telegrafista con todos los sellos de la estación, el relato fue llevado al cine en una película del mismo título que fue premiada con el Oscar en 1967, dirigida por Jiří Menzel, con guion del propio Hrabal
La vida de Hrabal está marcada por gags semejantes a los de una película muda y que, de algún modo, se reflejan en su obra. No puedo sustraerme, a modo de ejemplo y ya que el libro trata de trenes, a narrar una de esas situaciones: Mientras asistía a un curso de ferroviarios, se presentó ante el tribunal examinador en la estación de Kostomlaty, la cual debía ser su destino. El inspector preguntó al alumno: "¿Cómo averiguaría usted cuándo llega el tren si los semáforos estuvieran estropeados?". Hrabal replicó: "Con los ojos". "Muy bien. ¿Y si estuviera nublado?". El alumno, que vestía uniforme limpio y planchado, extrayendo del bolsillo un pañuelo blanco y colocándolo al lado del raíl, se arrodilló, acercó el oído al raíl, estuvo un rato escuchando y al final se incorporó para comunicar al inspector: "El tren número ochocientos cuatro acaba de pasar por la población de Kamenné Zbozi". El inspector se quedó anonadado: "¿En qué manual ha leído esto?". "Lo he visto en una película del oeste protagonizada por Gary Cooper; éste era su método para distinguir si se acercaban los indios con sus caballos o bien una manada de búfalos". El inspector lo aprobó con todos los honores y comunicó al tribunal que aquel mozo sería un excelente ferroviario.
Muy buena la anécdota. Un beso
ResponderEliminarMuy graciosa.
EliminarUno de los más grandes autores (si no el que más) de la literatura contemporánea checa.
ResponderEliminarAsí está considerado.
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