viernes, 25 de abril de 2025

EUROPA

 


Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Leo Kessler (Jean-Marc Barr), un joven americano de origen alemán, se traslada a Alemania, donde su tío le ha conseguido un empleo como revisor de coche cama en la compañía de ferrocarriles Zentropa, en la que él mismo trabaja. Su trabajo le permitirá viajar, fascinado, por un país destruido por la guerra; pero también tendrá que enfrentarse poco a poco a los horrores de la barbarie nazi. Tratará de mantenerse neutral en un país dividido, pero, tras enamorarse de la hija del magnate ferroviario, descubre que no puede permanecer al margen y debe tomar decisiones difíciles.


Hay quien dice que en este film, Lars von Trier supedita la historia a la grandiosidad de las imágenes y, en su intento de crear una nueva forma de cine, la historia queda como un elemento secundario. Una historia en la que el protagonista se ve arrastrado lentamente a la vergüenza y la culpa de toda una nación.


El film es la manera en que el maestro danés nos acerca a la inmediata postguerra y, a través de numerosos metáforas nos va narrando, de manera que llega a resultar hipnótica, nada menos que la realidad, al menos la realidad que él se representa. El mismo tren es la primera de las metáforas, unos vagones que van sin rumbo claro, a los que a veces se cambia el cartel con el destino en el último momento; o la prohibición absoluta de abrir las cortinas, para no ver lo que sucede, algo que, como se nos ha repetido tantas veces, hicieron los propios alemanes que prefirieron ignorar la realidad de lo que estaba ocurriendo o acababa de ocurrir; o la hipócrita actuación de las potencias de ocupación que blanquearon la colaboración con los nazis de grandes magnates con la excusa de que su participación era imprescindible para la reconstrucción de un país devastado. 
¿Pretenciosa?, seguramente, pero para quien sepa desentrañar su mensaje, muy ilustrativa.




8 comentarios:

  1. He vivido en Alemania. Los alemanes prefieren no hablar del nazismo ni de la Segunda Guerra Mundial. Mantiene el orgullo y respeto por sus hazañas. Pero cuando estuve si salía el tema del holocausto su reacción era parecida al "ya está bien" y, de vez en cuando, se les escapaba que ellos eran los que tenían que dirigir Europa. También me da la impresión de que reconocen una derrota frente a los Estados Unidos y el Reino Unido, creen que habría una posibilidad contra la URSS y niegan una victoria de Francia, todo ello después de 60 años de la Guerra, ahora no sé cómo pensarán. Pero esta clase de películas les hace confirmar este pensamiento.
    Un saludo

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  2. Es una película muy sofisticada visualmente que podría haber envejecido mal y, en cambio, me pareció excelente cuando la revisé treinta años después de su estreno.

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    1. Yo creo que, desde el punto de vista histórico, sigue teniendo su interés.

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  3. Pues imagínate los indios norteamericanos cada vez que enciendan la tele. Eso sí que es recordar la derrota día tras día.

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