El capitán de paracaidistas Rip Murdock (Humphrey Bogart) y su amigo, el sargento Johnny Drake (William Prince), vuelan hasta Washington desde Berlín, donde se recuperaban de sus heridas en el hospital. Cuando se entera de que, por recomendación del capitán va a recibir la Medalla del Congreso, el sargento huye del tren en que realizan la última etapa del viaje, y desaparece. Murdock le buscará, descubriendo que se alistó bajo un nombre falso y que estaba acusado de asesinato, aunque todo suena a que alguien le tendió una trampa y Murdock está dispuesto a lavar el buen nombre de su amigo. Cuando Drake aparece muerto, presumiblemente asesinado, Rip se pone en contacto con Coral Chandler (Lizabeth Scott), la viuda del hombre a quien se supone que Johnny ha asesinado; pero, cautivado por su belleza, se deja atrapar en una maraña de mentiras.
Mediante un largo flashback que ocupa gran parte de la película y la recurrente voz en off del capitán Rip, se nos van relatando los hechos pasados que nos acercan al punto en que la voz del narrador ya no es necesaria. La forma en que se introduce este recurso narrativo me ha parecido un tanto forzada y hay un par de trucos más a lo largo del film que tampoco están demasiado conseguidos.
Apreciaciones personales aparte, estamos ante un film que recurre a todos los estereotipos del cine negro, es como si fuera un compendio del género: La rubio platino, bella y de doble cara; los malos sin escrúpulos; la sala de fiestas donde transcurren algunos de los momentos más interesantes y en cuyo ambiente los protagonistas juegan al gato y al ratón; el policía que no se entera de casi nada y cae en todas las trampas que le tienden; jerga machista, muy de la época y, por supuesto, el protagonista, un tipo de moral ambigua, sarcástico, irónico y con cierto ingenio en su discurso que atrae al espectador. Un personaje interpretado con maestría por Bogart, con ese aspecto de estar de vuelta de todo, desencantado de la vida, desconfiado y con pinta de saberse de memoria todas las lecciones que una existencia en ambientes turbulentos puede darnos.
Un relato sobre asesinatos, chantajes e infidelidades, en que el protagonista, al final, prefiere salvar el honor puesto en entredicho del camarada muerto que caer en brazos de la chica, en cierto modo, una exaltación de la lealtad y la amistad por encima del interés personal y las pasiones fugaces.
He visto esta película y, por lo menos conmigo, cumplió su cometido, me entretuvo. Ver este tipo de películas ahora me gusta en especial como una muestra casi "arqueológica" en lo social, qué y cómo se vestía, cómo se concebía ir de copas, cómo se estratificaba la sociedad. Y en cuanto al cine cómo se utilizaban los recursos, en una época de menos efectos especiales se podría considerar al blanco y negro como un personaje más y al guión con más peso en las películas que en la actualidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Todo ello es cierto.
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