jueves, 28 de abril de 2022

Y DIOS CREÓ A LA MUJER

 


En St. Tropez, Juliette Hardy (Brigitte Bardot) es una chica huérfana de dieciocho años, sexualmente muy precoz y activa. Eric Carradine (Curd Jürgens), un hombre rico y maduro, se siente muy atraído por ella. Pero está enamorada de Antoine Tardieu (Christian Marquand), un joven que trabaja en Toulon y es el hijo mayor de una familia humilde que posee un pequeño astillero. El problema es que Antoine sólo quiere tener una breve aventura con ella. Cuando los padres adoptivos de Juliette deciden, en vista de la mala reputación de la chica, que vuelva al orfanato, el hermano de Antoine, Michel Tardieu (Jean-Louis Trintignant), le propone casarse, y ella acepta y comienza a amarlo. Pero cuando la familia Tardieu decide vender el astillero a Eric, Antoine vuelve a Saint-Tropez y renace la pasión de Juliette por él.


Aunque ya había intervenido anteriormente en varias películas, este fue el film que lanzó al estrellato internacional a Brigitte Bardot e hizo de ella un auténtico icono erótico.
En su momento supuso un pequeño gran escándalo en ciertos círculos, yo pienso que más que por los desnudos de BB, que cuando son explícitos, siempre son de espaldas, por la actitud de la protagonista que choca con abiertamente con la concepción moral más conservadora.


Un film cuyos valores cinematográficos son más bien escasos, bastante normalita y con un guión poco o nada brillante. Sin embargo, el paso de los años le ha dado un cierto valor de testimonio de época, el más evidente es el de retratar un Saint Tropez aún alejado del lugar turístico masificado que hoy conocemos, en el que la llegada de veraneantes era poco más que anecdótica, reservada a cierta élite adinerada, con el paisaje natural prácticamente virgen y el urbano en el que aún enseñorean las barcas de pescadores y con los establecimientos hosteleros conservando un aire de taberna portuaria, ciertamente remozadas y con algunos signos de modernidad, pero todavía bastante primitivos. 
Seguro que la actitud de Juliette debió suponer cierto revuelo, lo mismo que su presencia, con esa melena aparentemente salvaje, tan diferente de los cabellos cardados y perfectamente peinados de las heroínas de Hollywood. El personaje está aún lejos de la mujer moderna y liberada que aparecería pocos años más tarde, se nos presenta como una joven algo infantiloide, inmadura y perezosa y, desde luego, la película tiene un aire absolutamente misógino. Sus ansias por divertirse, ir al baile, caminar descalza o vestir con ropas livianas y no ser recatada en sus poses o actitudes, son presentados como defectos o, al menos, como signos de mujer casquivana. La mayoría de los personajes cercanos a la protagonista la culpa de sus deslices y le dedica calificativos tan explícitos e inequívocos como puta o zorra, liberando de toda responsabilidad en su infidelidad al cuñado. Así que el mensaje es claro, el macho hace lo que tiene que hacer y es la mujer la que lo lleva por el camino del pecado.




4 comentarios:

  1. Hace unas semanas encontré en una librería de viejo las memorias de Roger Vadim. ¡Menudo personaje!

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    1. Un pájaro de cuenta. Aunque en esta ocasión el tiró le salió por la culata: Pensada la película para mostrar los encantos de su esposa, esta le dejó por Jean-Louis Trintignant, del que se enamoró en el rodaje.

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  2. Hola Trecce!
    Estoy muy de acuerdo, el valor de películas como esta (dejando a un lado por supuesto la presencia de BB...) radica precisamente en esa especie de documento social y por mostrar lugares que nada tienen que ver con su estado actual. Aquí te dejo un momento con BB que seguramente ya habrás visto, es la canción de la Harley...
    https://www.youtube.com/watch?v=FEOOecLaWIQ
    Saludos!

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