jueves, 17 de marzo de 2022

VOCES DE MUERTE

 


El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson (Barbara Stanwyck) con el mundo exterior. Leona, hija de un poderoso magnate de la industria farmacéutica, es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Su marido Henry (Burt Lancaster) es un hombre de origen modesto, pero muy ambicioso, que se casó con ella para mejorar su posición, siendo en la actualidad vicepresidente de la empresa, pero sin ningún poder de decisión y al que no se hace llegar consulta alguna. Una noche lo llama por teléfono a la oficina y, entonces, se produce un cruce de líneas que le permite escuchar una conversación en la que dos hombres planean el inminente asesinato de una mujer. Leona se vuelve cada vez más desesperada y paralizada por el miedo, mientras trata de averiguar quién es la víctima para poder prevenir el crimen, convencida, además, de que los asesinos a los que escuchó, pueden venir a por ella.


Con diseño de vestuario de Edith Head, música de Franz Waxman y bien dirigida por Anatole Litvak (por cierto, emigrante ucraniano que se instaló en EE.UU. huyendo del comunismo), el guión se basa en una obra escrita para la radio por Lucille Fletcher, autora también de esta adaptación cinematográfica. El film traslada muy bien a la pantalla el relato radiofónico, transformándolo en un magnífico guión que lo convierte en una auténtica maravilla del suspense.


La parte central del relato se desarrolla en la habitación de la protagonista, pero por medio de bien dosificados flashback, la trama sale al exterior para explicar momentos del pasado de la historia y cómo y porqué se ha llegado al punto en que se coloca el presente de la narración, con un personaje, Leona, magníficamente interpretado, que despierta en el espectador sentimientos encontrados. Por un lado, empatía por la angustiosa situación que está viviendo, sola y prácticamente impedida en sus movimientos, en el piso alto de una casa con una impresionante y tenebrosa escalera, desamparada y con un teléfono como única comunicación con el mundo. Pero, por otra parte, Leona, como se nos muestra en las escenas que nos llevan al pasado, es un ser egoísta, una especie de niña mimada que, más que encontrar un marido, lo ha comprado y lo tiene sometido a la voluntad de su posesivo carácter como si de un objeto de lujo más de los que la rodean se tratara. La ansiedad que siente la protagonista y el miedo progresivo que va sintiendo, muy bien transmitidos, son el elemento central de este poderoso film a la altura de cualquiera de los grandes títulos de la época dorada del cine negro.




2 comentarios:

  1. El título original ("Sorry, wrong number") me parece mucho más acertado que no el anodino "Voces de muerte".

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