martes, 27 de abril de 2021

LA RUTA DE DON QUIJOTE

 

Aparecida en 1905, coincidiendo con el tercer centenario de la primera parte de la novela de Cervantes, Azorín no actúa tanto por oportunismo como para manifestar su adhesión a la obra del genio de Alcalá y una muestra más del gusto de este levantino por el aspero paisaje castellano. Las peripecias del caballero andante y su escudero no acontecen en paisajes ubérrimos y frondosos, sino en sencillos pueblos con ventas humildes, casitas blancas y caminos polvorientos. Azorín siente la necesidad de acercarse una vez más a esas pequeñas poblaciones que viven al margen del vértigo y el estrépito de las ciudades, contraponiendo la vida urbana, masificada en la que el individuo acaba aislado, con la rural, en los pueblos, el otro es el vecino al que se saluda por la calle, no una sombra desconocida y anónima. 
El viaje no es sino mera excusa, es cierto que Azorín visita lugares emblemáticos de El Quijote (El Toboso, Puerto Lápice, la Cueva de Montesinos...), aunque la primera parada del viaje es Argamasilla de Alba, donde Cervantes estuvo preso y tal vez escribió parte del libro, aunque en realidad, más que de un viaje se trata de una especie de peregrinación en la que Azorín nos va destapando sus anhelos a través de los tipos y lugares que describe, en una Mancha que parece atrapada en un sueño eterno y que se nos muestra decadente y ruinosa, pero en la que sus habitantes no han perdido el orgullo. En cierto modo se convierte en una exaltación de una región que transita por un vivir doloroso y resignado, recreando el paisaje de lo que hoy llamamos la España vacía o vaciada. Sin embargo los sueños y sentires de la gente siguen vivos en forma de leyendas e historias que siguen circulando. 
Azorín es un escritor, pero en las páginas de esta pequeña obrita es un pintor que nos va mostrando lo que ve y lo que esto le sugiere y cuando uno lee La ruta de don Quijote, siente que baja a lo más profundo de nuestra historia y que está recibiendo una lección que obliga a amar el paisaje que contempla y, a través suyo, contemplamos nosotros.



6 comentarios:

  1. "La España vacía o vaciada" ...Frase significativa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, porque no se sabe qué fue antes, como lo del huevo o la gallina. ¿Se ha quedado vacía o es que la falta de inversión la está vaciando?

      Eliminar
  2. A los noventayochistas como Azorín les dolía enormemente el abandono en el que se hallaba el paisaje castellano. De ahí la vigencia que aún hoy sigue teniendo su discurso.

    ResponderEliminar
  3. No cabe duda, que José Martínez Ruiz, el famoso Azorín, es uno de los grandes de la literatura hispana. Creó un nuevo estilo literario sobrio y preciso, donde no sobra ni falta una sola palabra o un solo signo gráfico. Y a pesar de esa concisión y sobriedad, describe como nadie el alma de los pueblos castellanos que visita.

    ResponderEliminar