Los Smith y los Stoner viven a bordo de sus botes en los que transportan mercancías a lo largo de la extensa e intrincada red de canales que recorren el territorio de Inglaterra. Algunas veces su viaje llega hasta el mar donde coinciden con los marinos mercantes, junto a los que forman ese tejido que ha contribuído al desarrollo de la industria y el comercio británico.
La barcaza de los Smith navega a la manera tradicional, arrastrada por un caballo que recorre los caminos de sirga, excepto cuando llegan a alguno de los largos túneles que pueblan los canales, en los que el camino desparece, mientras ellos deben ayudar a mover el bote a pura fuerza de sus piernas.
Los Stoner tienen motor en su gabarra y esto provoca algunas diferencias entre ellos, ya que el Sr. Smith (Bill Blewitt) está en contra de los botes motorizados, porque afirma que remueven el lodo y destrozan las orillas del canal, pero en general, las relaciones entre las familias que se mueven en este medio, son armoniosas y solidarias.
Dos jóvenes de estas familias, Mary Smith (Jenny Laird) y Ted Stoner (Robert Griffiths), mantienen una relación de noviazgo y están planeando casarse, a pesar de algunas diferencias entre ambos, pues Mary ama el suave y lento discurrir de la vida dentro del canal, mientras Ted ansía cambiar de vida y ha barajado incluso la posibilidad de alistarse en el ejército.
Cuando el padre de Mary muere, su madre y ella se hacen cargo de la barcaza y aunque la compañía a la que pertenece muestra sus reticencias sobre el hecho de que dos mujeres solas sean capaces de hacerse cargo del transporte, acaban confiándoles un cargamento.
A pesar de todo, el futuro de la vida en los canales, se torna incierto.
Producción de Ealing Studios que se mueve entre el film clásico y el documental mostrándonos la vida, ya desaparecida de esta gente que vivía a bordo de sus barcas y allí transcurría toda su existencia, no tenían otra casa y en ella se desarrollaba toda su vida diaria, allí criaban a sus hijos, trabajaban, comían, dormían y pasaban sus ratos de asueto.
También sirve de reflexión sobre el uso sostenible de los recursos naturales y el peligro que para el entorno pueden suponer los avances tecnológicos por su efecto contaminante, planteamiento que cobra mayor valor si tenemos en cuenta que estamos ante un film de hace casi ochenta años.
Es curioso observar como con una historia tan sencilla se puede hacer una película llena de encanto y que, al tiempo, es todo un testimonio de una época perdida a la vez que un homenaje a todos aquellos hombres que a lo largo del siglo XVIII, lograron domeñar la naturaleza trazando estos caminos fluviales, auténticas obras de arte de la ingeniería que tanto contribuyeron a la expansión económica antes de la llegada del ferrocarril y a aquellas otras personas que pasaron su vida, no exenta de fatigas a bordo de estos curiosos botes que ellos mismos decoraban pintando coloridos motivos florales y paisajísticos, costumbre de la que toma su nombre la película.
Es muy llamativa la escena en que atraviesan el túnel de más de dos kilómetros en la que, una vez más, Douglas Slocombe demuestra su maestría con una soberbia fotografía en medio de la oscuridad del espacio.
Película entretenida de ver y una auténtica maravilla dentro de este género que se mueve en el ambiente del documental.
La convivencia familiar o laboral en espacios reducidos no deja de ser una fuente de conflictos, equívocos y sentimientos. Debe ser curiosa.
ResponderEliminarY muy bien hecha.
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