miércoles, 28 de enero de 2015

FAUSTO (F.W. MURNAU)

Fausto (Gösta Ekman), es un hombre sabio y estudioso al que preocupa el bienestar de sus vecinos. Cuando una epidemia de peste asola la ciudad en la que vive, se desespera ante la imposibilidad de encontrar un remedio que salve a la gente que muere cada día y llena de dolor a sus allegados y familiares, incluso pierde la fe en Dios que piensa no escucha sus plegarias.
Mephisto (Emil Jannings), apuesta con un arcángel que pervertirá al bueno de Fausto, si lo consigue, la Tierra será suya, así que aprovechando la desesperanza del sabio, le ofrece la posibilidad de sanar a sus semejantes y, además, le tienta con la juventud eterna. Fausto acepta y se convierte en un joven apuesto, al que Mephisto lleva sobre su capa a recorrer el mundo, hasta que una aldea, encuentran a Gretchen (Camilla Horn), una deliciosa joven de la que Fausto queda perdidamente enamorado.
Sin embargo, Mephisto se las arregla para interferir todo lo posible en el amor de la pareja, emponzoñando la situación hasta que consigue despertar los celos del hermano de Gretchen, que se bate en duelo con Fausto. La tragedia se cierne sobre la joven, que se verá repudiada por sus vecinos, acusada de ser la causante de la muerte de su hermano y expuesta a la vergüenza pública.


Tras el éxito de su anterior film, "La última risa", la productora UFA, concedió a Friedrich Wilhelm Murnau prácticamente crédito ilimitado para la realización de su nueva película.
Murnau, para algunos un auténtico poeta de la imagen, sabe sacar partido a los medios que ponen a su disposición y logra, mediante una buena puesta en escena y la utilización de conseguidos efectos, ofrecer al espectador un espectáculo lleno de barroquismo y ambiente tenebroso, acorde con la historia que narra.


La historia, basada en un relato popular alemán del que han hecho uso desde Goethe hasta Wagner, es casi lo de menos, pues si analizamos el guión, resulta ser de una puerilidad que casi avergüenza en su afán moralizante que ensalza el triunfo del amor sobre el mal. Pero la película es toda una obra de arte, quizá el mejor trabajo del realizador alemán, con sus prodigiosos claroscuros, las decenas de maquetas utilizadas para reproducir ciudades, aldeas y paisajes, los decorados y las magníficas actuaciones de todo el elenco, desde la exagerada gestualidad de Jannings, tan propia del cine mudo, hasta el doble papel joven/anciano de Gösta Ekman, pasando por la sensacional interpretación de la debutante Camilla Horn en el papel protagonista femenino, pensado inicialmente para Lillian Gish y que ella resuelve de maravilla.
Una delicia en la que Murnau nos traslada toda la magia del cine haciendo uso de los medios que tenían hace casi 100 años.




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