jueves, 1 de junio de 2023

LAS HEREDERAS

 


Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún) descienden de familias adineradas de Asunción y han vivido juntas durante más de 30 años. Pero recientemente, su situación financiera ha empeorado y comienzan a vender sus posesiones heredadas. Cuando sus deudas llevan a Chiquita a prisión por cargos de fraude, Chela se ve obligada a afrontar una nueva realidad. Conduciendo sin carnet, comienza a brindar un servicio de taxi local a un grupo de ancianas adineradas. A medida que Chela se adapta a su nueva vida, conoce a Angy (Ana Ivanova), mucho más joven, una amistad que traerá un nuevo aire a su vida.


Dos mujeres que comparten sus vida desde hace años. Vemos desde el comienzo que Chiquita parece la más fuerte, vitalista y alegre. Chela es una persona ordenada, con poca iniciativa, refugiada en sus rutinas y con no demasiadas ganas de salir de su pequeño mundo.
El uruguayo Marcelo Martinessi, con este su primer largometraje, premiado en la Berlinale de 2018 y con varios cortos también multipremiados, nos acerca una sencilla historia llena de encanto y delicadeza en la que el trabajo de las actrices (y suponemos que la labor de dirección de las mismas), los detalles, muchos de los encuadres, diálogos y también silencios, se conjugan para hacer partícipe al espectador de un producto que llega a ser fascinante por momentos.


Llama la atención que haya elegido a mujeres mayores (Chela y Chiquita andan por los sesenta) como centro de un relato en que precisamente las mujeres ocupan todo el espacio narrativo. Mujeres más que maduras que han sabido sacar sus vidas adelante y a las que vemos prácticamente sin parejas masculinas y, alguna vez, cuando las tienen o han tenido, no parece que les haya ido especialmente bien ("...se dice que él tiene un par de hijos por ahí, aguantó sólo por el dinero", comenta una de ellas hablando de una amiga). Son mujeres autosufientes, no tanto en cuanto a sus medios económicos, pues todas o la mayoría no han trabajado (ni siquiera en el hogar), sino en sus actitudes ante la vida y la manera de desenvolverse en ella. Se refugian unas en otras, en sus partidas de cartas, en sus pequeñas celebraciones, en los duelos, y no parecen hechar de menos un varón a su lado. 
Un film en el que el entorno cobra gran importancia, la decadencia económica de las dos protagonista y el deterioro evidente de la casa en que viven, con aires de pequeña mansión, pero ahora llena de humedades, con las paredes desconchadas, el papel pintado despegado y los muebles en venta, parece guardar cierto paralelismo con la situación misma de un país que no atraviesa por su mejor momento. Pero si ello es así, si el el guionista y realizador del film ha querido establecer esa comparativa, abre una ventana de esperanza hacia el futuro inmediato, porque finalmente, Chela comienza a salir de su caparazón y se involucra con el mundo, embarcándose en su propia revolución personal e íntima.




4 comentarios:

  1. Hola Trecce!
    Pues me has despertado el interés. Que difícil es lograr que algo aparentemente sencillo resulte fascinante.
    Saludos!

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    1. No te fíes más de la cuenta, Fran, es solo mi opinión, aunque es cierto que el film obtuvo muy buenas críticas.

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