miércoles, 3 de agosto de 2022

LAS FLORES DE LA GUERRA

 


En 1937, durante la segunda guerra chino-japonesa, John Miller (Christian Bale), un maquillador de cadáveres, llega a la catedral católica de Nankín para preparar al obispo antes de su entierro. Las terribles acciones del ejército invasor japonés lo convierten a su pesar en protector de las alumnas de un internado anexo a la iglesia y de las prostitutas de un burdel cercano. Tendrá entonces la oportunidad de saber qué significan el sacrificio y el sentido del honor.


La película más cara de la historia del cine chino es una adaptación de una novela de Yan Geling titulada ‘Las 13 mujeres de Nankín’, basada en un suceso real que todavía hoy conmociona a China. 
La autora de la novela dice que la inspiración para escribir su libro llegó tras leer un relato de Minnie Vautrin, una misionera estadounidense que dirigía un centro de estudios en Nanjing que se convirtió en un refugio para estudiantes y otras mujeres de la ciudad, incluidas algunas prostitutas. Cuando los soldados japoneses llegaron exigiendo "mujeres que les entretuvieran", un eufemismo para esclavas sexuales, Vautrin se enfrentó al dilema de dejar ir a las llamadas mujeres "buenas" o entregarles a las prostitutas. Las prostitutas dieron un paso al frente y los soldados se las llevaron. Nunca más se supo de ellas. 
En la conocida como Masacre de Nankin, el 13 de diciembre de 1937, las tropas japonesas tomaron la ciudad de Nankin. La ocupación y los hechos que se desencadenaron en la ciudad y sus alrededores constituyen uno de los episodios más negros y más debatidos de la guerra chino-japonesa que precedió a la II Guerra Mundial. Los comandantes del ejército nacionalista chino habían huído de la ciudad antes de la entrada del ejército nipón, dejando atrás a miles de soldados chinos atrapados en la ciudad amurallada. Muchos de ellos se quitaron sus uniformes y escaparon a la llamada Zona de Seguridad preparada por los residentes extranjeros de Nanjing. Con el pretexto de capturar a los soldados disfrazados de civiles, se desató la barbarie y las tropas comenzaron el pillaje, la violación, y la matanza de civiles y prisioneros de guerra. El alcance de las atrocidades es debatido entre China y Japón, y va desde la afirmación del gobierno chino de una cifra de muertos no combatientes superior a 300.000, hasta la afirmación del ejército japonés en el Tribunal Militar Internacional del Lejano Oriente (conocido como el Tribunal de Guerra de Tokio) después de la Segunda Guerra Mundial, de que los muertos eran todos militares y que no hubo masacres organizadas o atrocidades cometidas a los civiles. El caso es que hubo testigos de lo que allí ocurrió: la colonia extranjera.



He leído todo tipo de comentarios sobre este film, desde los que han quedado maravillados, hasta otros, incluso un poco sangrantes, que llegan a acusar a Zhang Yimou de chaquetero y acomodaticio. El cineasta chino, es sabido de todos que ha tenido problemas con la censura en su país y hay aficionados que opinan que con este film trata de reconciliarse con las autoridades y hacer un cine más acorde con la línea política imperante en gigante asiático. No voy a ser yo quien se meta a opinar sobre ello, ni mucho menos con asuntos políticos de por medio, a veces tan subjetivos de enjuiciar, lo que sí pienso es que en Nankín pasó lo que pasó y las atrocidades están más que documentadas. ¿Que Zhang Yimou presenta a los chinos como los buenos y a los japoneses como malos, muy malos? Pues cada cual que lo vea como quiera. En lo que sí hay unanimidad es en la belleza formal de las imágenes, en el gran nivel técnico y en la notable fotografía de Xiaoding Zhao
Además de ello encontramos algunas de las constantes del realizador chino que le han llevado a alcanzar el prestigio que tiene y, más allá de la tremenda emotividad y crudeza de la historia, en la que mediante el gran dominio que tiene del lenguaje cinematográfico, logra transmitirnos todo el miedo y la indefensión que sienten los civiles a merced de unos soldados desatados en su barbarie, escudados en el cumplimento de unas órdenes que nunca se sabe de dónde vienen y que sirven como excusa para que, al final, nunca haya culpables, me gustaría resaltar el gran papel de Tianyuan Huang, el adolescente al que el obispo encomendó el cuidado de las niñas y esos magníficos retazos de artístico voyeurismo, con la niña mirando a escondidas muchos de los acontecimientos que remarca la película, en ocasiones, como cuando llegan las prostitutas, a través del gran ojo de colores que representa el rosetón de la catedral, una auténtica maravilla artística y, también, como símil.




4 comentarios:

  1. Probablemente hay algo de verdad en todas esas opiniones: Zhang Yimou seguirá siendo un gran cineasta, aunque, como la mayoría de artistas al consagrarse, su estilo se vuelva más convencional.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los grandes realizadores tienen un problema: Siempre se les exige.

      Eliminar
  2. Hola Trecce!
    Pues a decir verdad no la tenia en cuenta, es cierto que le han caído algunas criticas duras, luego de leer tu entrada creo que tratare de verla.
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con los grandes directores ocurre a veces que se tilda de menores o de fracaso alguna de sus películas que hubieran traído la gloria a cualquier otro. No digo que sea el caso, pero creo que tampoco merece críticas tan furibundas.

      Eliminar