lunes, 6 de abril de 2020

SONATINE


Aniki Murakawa (Takeshi Kitano) no es solamente un gángster, sino uno especialmente violento y agresivo. Es todo lo imprudente que uno puede esperarse de un yakuza o incluso más, y ha conseguido buenas influencias. Pero empieza a estar cansado de su estilo de vida, quiere cambiar. Varios yakuzas de Tokio son enviados a Okinawa para ayudar a terminar una guerra entre gángsters. Sospecha de su envío allí, pero a pesar de todo se va. A medida que pasan los días su papel sigue sin estar claro, el conflicto se intensificará, varios de sus hombres están muertos y Murakawa se convertirá en una pieza fundamental.
Decide retirarse a una playa remota en espera de que los acontecimientos se clarifiquen. Durante su primera noche allí, rescata a una joven de un asalto y ambos desarrollan una relación.
Con el tiempo, queda claro que ha sido enviado a Okinawa para que otros puedan hacerse cargo del que era su lucrativo territorio que ha quedado vacante. A medida que su clan disminuye, planea una venganza.


El realizador, guionista y protagonista del film, Takeshi Kitano, nos acerca al mundo yakuza desde su peculiar estilo que ya ha alcanzado sello propio, con escenas de violencia despachadas sin regodearse en ellas, tiroteos rápidos y con mucho fogonazo asomando en la bocacha de las armas.
Reconocida por buena parte de la crítica y considerada por muchos como la obra maestra del director japonés, nos presenta a Murakawa y su banda desde dos vertientes, la de los gánster que al fin y al cabo son, y su vida de personales normales, por así decirlos, en el largo interludio que se desarrolla en la playa a la que se han retirado, en la que les vemos leyendo, haciendo origami, simulando peleas de sumo o, como en el caso del propio Murukawa, en una especie de retorno a su infancia, disimulando agujeros en la arena en los que van cayendo los demás a modo de inocente juego, incluso con tiempo para establecer una relación entre romántica y lúdica con la bella Aya Kokumai.


Quede claro que no todo el que la ve es de la misma opinión a la hora de ensalzar el film y, entre la parsimonia con que transcurren algunos de sus tramos y que no encuentran nada nuevo que no se haya visto en otras películas de gánster o incluso de pistoleros del oeste, en que los vemos como solícitos padres de familia y despiadados ejecutores según la ocasión, se aburren con la película o no encuentran demasiada sustancia en la misma.
Una película con cierto tono lírico, escuetos diálogos y muchas escenas de gran belleza plástica.




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