viernes, 3 de abril de 2020

SE ACABÓ EL NEGOCIO


Antonio Focaccia (Ugo Tognazzi), un modesto napolitano, conoce a María (Annie Girardot), una joven que vive recluida en un asilo regentado por monjas. Vive así porque está avergonzada de su aspecto físico: tiene pelos en la cara y por todo el cuerpo. La convence para que se vaya con él, pues ha visto la posibilidad de un gran negocio: exhibirla como si fuera una mujer simia que encontró en la selva africana. La exhibe en una especie de feria que monta en el garaje en que vive y se acaba casando con ella. Después del matrimonio recibe una tentadora oferta de un empresario para montar un número en París.


Basada lejanamente en una historia real, la vida de Julia Pastrana, una actriz mexicana del siglo XIX. La versión lanzada en Italia y Francia, tiene un final que difiere de la que se dobló para el mercado anglosajón.
El guión está firmado por el propio realizador, Marco Ferreri y por el español Rafael Azcona, es una de sus muchas colaboraciones a lo largo de 30 años, con multitud de títulos, los primeros El Pisito y El cochecito.


Antonio es un pícaro con un fondo de bondad en su alma, pero no puede evitar saltarse a la torera todas las convenciones morales cuando ve la posibilidad de obtener dinero fácil.
María es una buena muchacha marcada por su defecto físico, que no evita que, por encima de todo, sea una mujer que ha de lidiar con el sinvergüenza de su marido al que ama.
Tras la pantalla de una comedia cargada de humor negro, con un aparente estilo realista muy cruel en algunos momentos, Ferreri y Azcona critican la hipocresía de la Iglesia, la de la ciencia o pseudociencia, la del mundo del arte y la cultura y la de la sociedad en general, con algunas escenas realmente memorables, como la esperpéntica boda, el entrenamiento de María en el zoológico para que imite a los simios, el espectáculo que monta con ella en su casa, realmente ridículo, como el que representan en París o la visita a la pequeña capilla tras su regreso a Italia.
Una obra de arte que se convierte en menor por lo limitado de su puesta en escena, pero que cobra altura en otras facetas: su burla a los convencionalismos sociales, y las críticas antes señaladas, hasta llegar a un final cargado de cinismo.




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