miércoles, 22 de junio de 2022

GOOD BYE, LENIN!

 


Berlín, octubre de 1989. Unos días antes de la caída del Muro, la madre de Alex (Daniel Brühl), una mujer orgullosa de sus ideas comunistas, entra en coma tras sufrir un infarto en plena calle. Cuando despierta ocho meses después, su hijo hará lo posible y lo imposible para que no se entere de que está viviendo en una Alemania reunificada y capitalista. Su objetivo es convertir el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre viva cómodamente creyendo que nada ha cambiado.


Todo un éxito de taquilla en el país germano, aunque también fuera tuvo mucho reconocimiento, nada que ver con lo que supuso en Alemania donde se ha convertido en una película emblemática por su retrato de una época y un momento histórico que aún sigue presente en el sentir de aquel país.


El film contrapone y mezcla muy bien el drama que vivió una parte del pueblo germano-oriental, con el humor que nos transmiten las actuaciones del joven Alex para conseguir que su madre no se entere de la nueva realidad que vive el país. Y es que tras la euforia por la recuperación de las libertades individuales y el acceso a los mercados y los productos de consumo occidentales, había otra realidad que se está comenzando a descubrir desde hace pocos años, cuando historiadores y sociólogos han dado a conocer al gran público que hubo un sector nada desdeñable de habitantes de la antigua República Democrática, para los que aquel cambio abrupto no fue algo tan agradable como pudiera suponerse. Huyendo de dramatismos, la película plantea esa otra cara de la reunificación, la decepción tremenda de aquellos que creían en los ideales del socialismo comunista y lo hace, como decimos, con sentido del humor, pero dejando entrever la realidad de aquel cambio no exento de traumas y que aún sigue muy presente en algunos sectores de la Alemania Oriental. Apoyándose en una gran labor de montaje y en unas solventes interpretaciones, Wolfgang Becker, retrata con ironía, pero también con cierta ternura, sobre todo en la relación madre/hijo, los valores y defectos de dos sistemas contrapuestos, socialimo/capitalismo y logra transmitirnos la emoción de unos momentos históricos que supusieron un cambio radical en las vidas de muchas personas que vieron cambiar, casi de la noche a la mañana, los conceptos por los que se habían regido sus días y es que no fue solamente un muro lo que se derrumbó aquel 9 de noviembre de 1989.




9 comentarios:

  1. Exacto... no fue solo un muro lo que se derrumbó aquel nueve de noviembre

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  2. Película con un valor sociopolítico impresindible

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  3. Hola Trecce!
    Poco o nada que añadir a tu certera critica. Me encanta esta película y desde luego es uno de esos títulos que creo ganara mas enteros con el tiempo.
    Saludos!

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    1. Seguramente con los años ganará, de hecho, creo que ya lo está haciendo.

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  4. Me gustó mucho esta película. Aún recuerdo la escena en la que la estatua de Lenin sobrevuela la ciudad pendiendo de un helicóptero (en realidad, un claro guiño cinéfilo al inicio de "La dolce vita" de Fellini).

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    1. Es cierto que esa escena que mencionas tiene su claro toque feliniano.

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  5. Me encantó! Y el mensaje que transmite es de un gran valor.

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