Juan (Javier Cámara), vive desde hace diez años en Nueva York, ciudad a la que se trasladó para estudiar interpretación y abrirse camino en el difícil mundo del espectáculo.
Sin embargo, transcurrido todo ese tiempo, Juan sobrevive alternando actuaciones en teatros de tercera con una variada lista de trabajos que le permiten ir pagando el alquiler de su más que discreto miniapartamento y comer todos los días.
El Primo (Raúl Arévalo) de Juan se va a casar y para tomarse unos días de reflexión sobre la que va a ser su vida en el futuro, decide pasar una temporada en la ciudad de los rascacielos, eso es, al menos, lo que él dice para justificar su visita.
El Primo se queda a vivir en su apartamento, tan minúsculo que ambos han de compartir la cama, pero también servirá para que Juan comience a abrir los ojos y tome conciencia de su situación: Es un buen actor, pero por mala suerte o por otras circunstancias, su gran oportunidad no ha llegado y él ya no es ningún jovencito. Se resiste a regresar a España, sería una forma de reconocer el fracaso y aunque se aferra a conseguir su sueño, se da cuenta de que ha de encauzar su vida por otros derroteros.
Comedia de las que te dejan cierta melancolía. No lo digo yo, la frase es de Elvira Lindo, la autora del guión. Creo que ese fue su objetivo, otra cosa es si el film logra lo que pretende o se queda en el camino.
Buen trabajo de los dos protagonistas, se nota eso que hemos dado en llamar química.
La ambientación deja algo que desear, creo que no es de lo mejor de la película; Lucio Godoy y Federico Jusid, han creado una composición orquestada que está bastante bien, añadiendo intensidad al espectacular inicio, en el que Kiko de la Rica se explaya fotografiando las moles acristaladas de la gran manzana con sus juegos de luces y reflejos.
Bajo la apariencia algo chistosa de una relación de amor/odio entre los dos primos; sus respectivos escarceos sexuales en la gran ciudad y algo de humor, no siempre bien logrado, acudiendo a algunos de los tópicos de los españoles en el extranjero, el film esconde algo más profundo, lo que realmente le da originalidad, el análisis y retrato de una frustración, de un fracaso pero relativo, algo así como un fracaso a medias. Pero porque la vida es así, hay momentos en los que tienes que tomar una decisión, elegir un camino, momentos en los que te das cuenta que la solución es más difícil de lo que puedan pensar otros porque lo que se te ofrece no es blanco o negro, sí o no; sino que la vida te pone delante un pack en el que vienen incluidas cosas que te agradan y otras que no. Eso nos pasa, a veces, cuando tenemos que cambiar de ciudad, de país; cuando tenemos que elegir a la persona con la que vamos a convivir; cuando aceptamos un trabajo en detrimento de otro o al revés. En ocasiones nos queda un cierto sabor de frustración por haber hecho o dejado de hacer esto, por haber optado por una solución en lugar de otra, pero si reflexionamos, somos conscientes de que si hubiéramos obrado al contrario, seguramente también estaríamos insatisfechos. Es aquello de que el casado envidia al soltero y el soltero al casado, justamente porque ambos echan en falta lo que no tienen, en lugar de apreciar lo que poseen... Eso es lo que nos cuenta el film, que Juan envidia a su Primo y el Primo admira a Juan, cada uno ve en el otro aquello de lo que carece él mismo.
Con su tono agridulce, pretende superar, sin conseguirlo siempre, el tono de chiste fácil, de diálogo manido. Lo que sí consigue es alejarse de esas historias edulcoradas en las que uno sabe de sobra que todo va a acabar más o menos bien.
Aunque a muchos entendidos no les ha gustado, a mí me han encantado los diálogos de Juanito con su madre (Gloria Muñoz) a través de Skype y sin embargo me ha dado cien patadas el penoso doblaje de la peli. Yo no soy persona sospechosa a la hora de defender las pelis sin doblar, lo siento por quienes defienden a ultranza la versión original, pero por mi vagancia, me viene de perlas que las películas estén dobladas, pero en este caso, me rebelo contra lo que han hecho, si alguna vez un film pide a gritos la V.O., es este, porque pierde mucha parte de su gracia escuchar a las señoras de Nueva York hablando un castellano perfecto, ¡pero si la gracia estaba precisamente en que cada cual conservase su idioma!
Creo que el film podía haber dado bastante más de sí, porque la idea es buena y me da un poco de pena que se haya quedado a medio camino, aunque al final, la película nos deja con una sonrisa en la boca y eso, en los tiempos que corren, es muy de agradecer.
Un quiero y no puedo. Coincido: lo mejor está en las conversaciones de Cámara con su madre vía Skype. El primo... pa' darle la patada más de una vez. Y ese infame doblaje...
ResponderEliminarNo comprendo como una peli que pretende tener una buena dosis de humor, le quita su mejor recurso para la sonrisa. Hablando en plata, la han cagado pero bien.
EliminarLo que pasa es que ya empieza uno a tener la sensación de que no hay película española en la que no aparezca Javier Cámara. Debe estar contento el directo de la sucursal bancaria donde estén sus ahorros.
ResponderEliminarBueno hombre, va por rachas, antes estuvieron Banderas, Coronado, Bardem..., sin pretender comparar, claro.
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