lunes, 3 de marzo de 2025

LA CASA DE LA ALEGRÍA

 


Lily Bart (Gillian Anderson) es una deslumbrante belleza en la cima de su éxito que pronto descubre la precariedad de su posición cuando su físico y encanto comienzan a atraer intereses no deseados y celos, algo que dada su posición, sin apenas medios económicos pero acostumbrada a vivir entre la alta sociedad neoyorkina de principios del XX, le traerá complicaciones. Dividida entre su corazón y su cabeza, Lily siempre parece hacer lo correcto, pero en el momento equivocado. Busca un marido rico y, al tratar de adaptarse a las expectativas sociales, pierde la oportunidad de encontrar el amor verdadero con Lawrence Selden (Eric Stoltz).


Dirigida por Terence Davies, el guion, de él mismo, adapta la novela de igual título de la estadounidense Edith Wharton que retrató como nadie, por su conocimiento de la misma, a la jet set de Nueva York de comienzos del siglo pasado, su estrechez de miras y, por qué no decirlo, su ignorancia, a través de un hábil uso de la ironía. 
Con una impecable fotografía de Remi Adefarasin, el británico se muestra suntuoso, con muchas escenas que parecen pinturas vivas.


Lily se topa con las dificultades de querer ser independiente sin medios para mantener esa independencia en una sociedad en la que está mal visto que una mujer soltera viva sola, se muestra inútil en cuestiones financieras, fracasando una y otra vez a la hora de intentar cierta autonomía económica. 
Ella no desprecia a los pobres, pero teme la pobreza y tiene verdadero pavor a verse sumida en ella. Fue criada como un juguete bonito, una novedad que a su vez le permitiría conseguir un marido rico. Lily sabe que flota en la órbita de la clase alta porque es un adorno, una diversión para mucha gente aburrida a la que le gustan las cosas brillantes y cuando pierde su brillo, al verse engañada y utilizada en una trampa urdida de manera maliciosa y perversa, ya no es deseada, es desechada como una baratija deslustrada. Al no formar parte de la clase alta, al no poder casarse con un hombre rico, y sin habilidades para ganarse la vida, Lily se vuelve completamente irrelevante.




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