viernes, 31 de mayo de 2019

DÍAS DEL CIELO

Bill (Richard Gere), su novia Abby (Brooke Adams) y su joven hermana Linda (Linda Manz) se ven obligados a huir de Chicago cuando Bill mata accidentalmente al capataz de la fábrica de acero donde trabaja tras haber tenido un enfrentamiento con él. Esta circunstancia será una ocasión para huir de la pobreza y la dura vida de la ciudad.
Los tres suben a un tren y llegan a una plantación de cereales en el centro de Texas en la que los amantes se hacen pasar por hermanos para evitar habladurías. Bill asegura el trabajo para ellos como recolectores al mentirle al capataz (Robert J. Wilke) sobre su experiencia previa, de la que, por supuesto, carecen.
Están convencidos de que el dueño de la granja padece una enfermedad que acabará con su vida en el plazo de un año y Bill convence a Abby para que se case con el terrateniente, y aprovecharse así de su fortuna.
El capataz de la granja, sin embargo, no se fía de ellos, siempre ha estado descontento con la forma de trabajar de Bill y considera que los tres son unos estafadores, pero cuando se lo dice a su jefe, este le envía a sus tierras más al norte. Cuando el resto de trabajadores abandonan la granja al acabar la cosecha, el granjero (Sam Shepard), se casa con Abby.
Los cuatro pasan un año idílico en la granja, jugando en el río y en los campos y haciendo muchos picnics. La salud del granjero se recupera rápidamente, y ya no parece estar cerca de la muerte. Él trata a Bill como a un hermano, pero se da cuenta de que Bill ha comenzado a sentirse inquieto e irritable. Bill nota que Abby está empezando a enamorarse del granjero, aunque en realidad ella tiene su corazón dividido entre su amor por los dos hombres. Durante la visita de un circo italiano, el granjero comienza a sospechar que Bill y Abby son amantes. Cuando Abby le dice esto a Bill, él decide abandonar la granja con la troupe del circo.


Ambientada en 1916, la película fue premiada con un Oscar, el de mejor fotografía. Al frente de este apartado estaba el barcelonés Néstor Almendros. Formado en Cuba y habitual del cine francés, donde se le encuadró dentro de la llamada Nouvelle Vague, su primera impresión sobre Terrence Malick fue de agradable sorpresa por lo que este entendía de fotografía.
El trabajo del operador español no estuvo exento de polémica, por un lado no podía estar él mismo tras la cámara debido a problemas de sindicación. Daba las instrucciones y un operador norteamericano rodaba. Además, tanto él, como Malick, querían rodar en lo que se llama la hora mágica, el momento del atardecer o amanecer en el que el sol todavía no se ha ocultado o aún no ha salido en el horizonte, pero sus rayos iluminan tenuemente el cielo, proporcionando una luz muy suave y difusa, de colores muy cálidos y extraordinaria calidad. Esto permite rodar solamente durante 20 minutos si las condiciones son favorables. Los técnicos norteamericanos mostraron siempre su rechazo a este sistema, pero Almendros estaba apoyado por el director y siempre que pudo, empleó este tipo de luz, logrando imágenes de una gran naturalidad y de un gran atractivo.
Además, los últimos días de rodaje fueron fotografiados por el operador norteamericano Haskell Wexler, que se quejó amargamente de haber sido acreditado exclusivamente como autor de la fotografía adicional, lo que impidió que pudiera compartir el premio con Almendros.


El film nos cuenta los recuerdos de la hermana del protagonista, cuya voz en off es utilizada a veces en la narración, a pesar de que la historia está más apoyada en la imagen que en la palabra. Los diálogos son breves y rotundos y la imagen está impregnada de lirismo y belleza, con algunas escenas realmente memorables como la de la plaga de langostas o el incendio nocturno de los campos.
Las interpretaciones no son destacables, dando la impresión de que al realizador, no le importan tampoco demasiado y se centra más en la fuerza visual de su obra que es realmente una sinfonía de colores y paisajes con secuencias que recuerdan obras pictóricas y esa magia que consigue Malick al retratar el sutil movimiento de la vegetación, en este caso los campos de trigo.




2 comentarios:

  1. Problemas de sindicación y luego sólo hace trabajar a la empresa 20 minutos al día.

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    1. No hombre, rodaban más, pero sólo durante 20 minutos podían hacerlo con esa luz tan especial.

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