jueves, 23 de mayo de 2019

BEASTS OF NO NATION

Cuando la guerra llega a la pequeña aldea en la que vive Agu (Abraham Attah), su madre y su hermanita pueden irse con el personal de la ONU que evacua el lugar, pero al niño se le ordena quedarse atrás y luchar con su padre y el resto de los hombres del poblado.
El padre y el hermano de Agu mueren a manos de las tropas gubernamentales, mientras él escapa hacia el bosque donde consigue esconderse, pero no tiene habilidades para sobrevivir en este ambiente y pronto es hallado por los soldados de un grupo rebelde y obligado a unirse a los combates. Su iniciación no puede ser más sangrienta: el Comandante (Idris Elba) le obliga a matar a machetazos a un hombre desarmado.
Cuando Agu se ve obligado a dejar atrás su infancia, recuerda el pasado: su familia, su amor por la lectura y la escuela, su sueño de convertirse en un médico importante y cómo solía leer la Biblia todos los días. También cuando jugaba a la guerra con sus amigos, pero esta guerra nada tiene de semejante a la de sus juegos infantiles y teme que Dios le odie por matar a otros seres humanos, aunque pronto se obliga a creer que esto es lo que Dios desea, porque él es un soldado y esto es lo que hacen los soldados en una guerra.
Se hace amigo de un niño mudo llamado Strika (Emmanuel Nii Adom Quaye), y juntos enfrentar los crímenes y las dificultades de la guerra: saqueos, violaciones, asesinatos y hambre.
Agu pierde la noción del tiempo, recuerda que solo era un niño antes de esa guerra pero que se ha convertido en un hombre en una prueba de fuego que parece no tener fin. Quiere dejar de matar, pero teme que el Comandante lo mate.


El guión se basa en la novela del mismo título del norteamericano de origen nigeriano Uzodinma Iweala. La novela, a su vez, está escrita a partir de su tesis doctoral presentada en Harvard. El novelista es hijo de la economista nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, que fue ministra de Finanzas de la República Federal de Nigeria.


La historia de este niño, en un país cualquiera de África del que nunca sabemos el nombre, es la de tantos otros niños soldado que se ven obligados a dejar de ser criaturas inocentes para convertirse en máquinas de matar, con el cerebro lavado metódicamente, en ocasiones recurriendo a las drogas, para acabar, en caso de sobrevivir, con la vida destrozada por sus sangrientos recuerdos o inútiles para emprender una vida provechosa por culpa de su adoctrinamiento y su educación en estos ejércitos que les inhabilita para la vida civil.
Agu, favorito del pedófilo Comandante, es una llamada a nuestra conciencia, a la parte que cada uno tengamos de culpa en estas situaciones que nos hace sentir incómodos cuando vemos la película, contada en un tono natural, dentro de lo antinatural de estos sucesos, dando a la narración un aire de realismo tal que la historia penetra en nosotros.
A destacar la magnífica interpretación el niño Abraham Attah, que nos llega al alma, viendo como en medio del horror, se agarra a la amistad de su compañero Strika en un intento desesperado para no perder lo que de humanidad quede en su interior.
Como curiosidad, esta película fue la primera que la plataforma Netflix estrenó en streaming.




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