Una peli controvertida dentro de la filmografía hitchcodiana. Casi todas las críticas que he leído la consideran una obra menor y ponen en solfa su final, cuando no el desarrollo mismo de la acción.
Joan Fontaine consiguió por su actuación el Óscar a la mejor actriz y, la verdad, está muy bien en su papel de mujer de apariencia frágil e insegura, pero que esconde tras esa primera impresión determinados rasgos de modernidad e independencia, hasta el punto de que es capaz de abandonar su regalada vida en el seno del hogar paterno, para casarse por sorpresa con alguien que ella ya intuye es un vividor, todo por demostrar que, pese a que la consideran una solterona, es capaz de enamorar a un hombre y encima a un hombre guapo, Cary Grant, que también está brillante en su interpretación.
La película contiene, a pesar de lo que se dice, momentos de gran brillantez. El comienzo es un portento, después de una pantalla totalmente en negro, la escena se ilumina, pues acaban de salir del interior de un túnel y en esa sola escena, el director nos hace un retrato de cada uno de los dos protagonistas que nos deja claro quiénes y cómo son.
Ella vestida de manera sobria, con gafas de pasta y leyendo un libro de psicología infantil. Él con su traje, bien peinado, intentando colar al revisor un billete de tercera, cuando van en un vagón de primera clase y pidiéndole dinero, descaradamente, a una mujer a la que encima acaba de conocer, para pagar el exceso del importe.
La película se desarrolla de manera parecida a Rebecca y a Alarma en el expreso, pues todo comienza con una historia romántica y almibarada, para que a medida que avanza el metraje, el director, hábilmente, nos haya ido introduciendo en lo que es en realidad, un trhiller psicológico.
Lo cierto es que muchas veces el argumento es demasiado artificial y resulta poco creíble, como si tuviera que forzarlo para llegar a las situaciones que quiere plantear.
Y siguiendo con las aportaciones singulares de Hitchcock, hablar de la escena del vaso de leche, magnífica, con un dominio del espacio envidiable, en este caso de la escalera por la que asciende Cary Grant, con el vaso de leche. Hitchcock había metido dentro del vaso una luz alimentada por una pila, pues él quería que el espectador se fijara, preferentemente, en el vaso durante esa escena.
Otra escena que me encantó, es en la que el poli se queda mirando un cuadro abstracto intentando desentrañar su significado. Ya he hablado aquí alguna vez de esa especie de desprecio de Hitch por los policías. La burla y el menosprecio es de lo más sutil.
En cuanto al final, la productora le obligó a cambiarlo, pues el que tenía pensado se ajustaba más a la novela en la que está basado el film.
En las ya mencionadas conversaciones con Truffaut (a las que volveremos más de una vez), Hitchcock cuenta cuál era el final que tenía previsto:
"Cuando al final de la película Cary Grant lleva el vaso de leche envenenado, Joan Fontaine estaría escribiendo una carta a su madre: 'Querida mamá, estoy desesperadamente enamorada de él, pero no quiero vivir. Me va a matar y prefiero morir. Pero creo que la sociedad debería protegerse de él'. Entonces Cary Grant le da el vaso de leche y ella dice: 'Querido, ¿quieres enviar esta carta a mamá por favor?'. Él dice: 'Sí'. Ella se bebe el vaso de leche y muere. Fundido, encadenado, una breve escena: Cary Grant llega silbando, abre un buzón y echa la carta al interior"
Casi todo el mundo opina que el final por el que se optó, estropea bastante la peli, sin embargo, mi opinión particular es que el final que tiene podría haber sido una buena opción, pues deja en el aire la sospecha y el espectador queda con una especie de desasosiego. Sin embargo estoy de acuerdo en que es peor, pero por la forma en la que fue rodado, como si el maestro estuviera cabreado y decidiera dar por concluída la peli de cualquier manera y tal como lo planteó, resulta del todo increíble y te deja con la sensación de: "¿Y todo para esto?" Tal vez si lo hubiera planificado un poco más y le hubiera dado un toquecito por aquí y otro por allá, hubiera quedado menos decepcionante.
Hitchcock aclaraba que los productores le dijeron que el público nunca aceptaria ver a Cary Grant como un asesino sin escrúpulos, en fin, cosas de los yankis y del momento.
En el cameo que hace el director en esta peli, se le ve echando una carta en un buzón. Supongo que sería su manera de mostrar el desacuerdo con la imposición a que se vio sometido.
La película ofrece un montón de situaciones dignas de ser estudiadas, da para mucho la personalidad de los dos protagonistas y yo creo que el film es más de lo que algunos opinan y menos de lo que pudo haber sido.
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