



Y ahora, yo debería escribir la moraleja, pero el avisado lector, sabe de sobra cual es y si no lo sabe, da lo mismo lo que yo escribiera.
A continuación, ya a bordo del tren, va planteado la verdadera cuestión del film, empezando a dejar pistas (más de las que ya ha ido dejando en la introducción) y sembrando en el espectador una especie de desasosiego por la concatenación de circunstancias desfavorables que encuentra la protagonista para hacer que crean la historia que cuenta.
A partir de la aparición de las primeras pruebas (genial el envoltorio del té que queda pegado a la ventanilla cuando tiran la basura) que hacen que su partenaire la crea, se desarrolla todo el sorprendente desenlace.
El humor está presente a lo largo de todo el film y a mí me hicieron gracia especialmente los dos caballeros (Charters y Caldicott), auténticas caricaturas del estereotipo inglés, más preocupados por la final de cricket que por cualquier otra cosa. De hecho en una de las escenas, piden información sobre lo que pasa en Inglaterra y cuando les van a informar de si la guerra empieza o no (estamos en 1938, con Europa al borde del abismo), ellos dicen que lo que quieren es tener información sobre el cricket.
Algunos críticos han querido ver, también, veladas críticas al nazismo. Pueden ser interpretadas así todas las situaciones que tienen que ver con el secuestro de la espía y con el intento de secuestro del tren, pero puede ser pura casualidad.
Tengo que decir que no me gustó como se deshacen a tiros del maquinista y fogonero del tren, cuando el protagonista y uno de los pasajeros están a su lado en la locomotora y no reciben un rasguño, pero bueno, seguro que Hitch pasaba de darle credibilidad a esta escena. El genio es él, no yo.
Interesante película, muy buenas las situaciones que rodean la acción principal (los ingleses, ya mencionados; el mago italiano; los enredos en la pernocta del hotel al principio de la peli, etc.).
Quien no la haya visto y se decida, no se aburrirá.
Nos hallamos ante una de sus típicas películas de intriga, con un guión algo "rollo", pero en el que encontramos casi todos esos "trucos" que se repetirán en filmes posteriores: Información dada al espectador antes de que la conozcan los protagonistas; creación de ambientes de misterio; falso culpable; notables dosis de humor...
En algún lugar he leído que este fue el primer gran éxito de Hitchcock y es que, como antes apuntaba, aquí ya se reconoce plenamente al autor británico, la peli tiene suficientes elementos para que el espectador iniciado, aún desconociendo quién la dirigió, tenga un alto grado de posibilidades de adivinarlo. Muchos de los tics de Hitchcock están presentes aquí, desde las pistas que va dando al principio y que iremos encajando a lo largo de la película, hasta le resolución final, relativamente rápida, como si le entraran las prisas por acabar.
Y en el medio de todo esto un montón de cosas sobre las que se podría estar debatiendo horas y horas. Su peculiar humor, con la estupenda escena del tren en la que el viajante va sancando el muestrario de ropa femenina y cantando las alabanzas de dichos productos.
La parodia del matrimonio, en la que ambos protagonistas están sujetos por esposas.
La mofa de los políticos en la escena del mitín, en la que el protagonista, que no tiene ni idea de qué va aquello, se ve empujado a soltar un discurso a los congregados y sin decirles nada logra arrancar sus aplausos. La demagogia carucaturizada.
En definitiva, una película en la que con un argumento bastante simple, logra mantener la tensión, intercalando buenas dosis de comedia y demostrando ya un avanzado dominio de la técnica, con el empleo de algunos trucos procedentes aún del cine mudo (la cámara rápida en las persecuciones), pero también con cosas que ya serán imperecederas.
Bastante buena la fotografía que nos muestra algunos paisajes de Escocia, tan agradecidos para mostrar planos la mar de evocadores.