martes, 3 de diciembre de 2019

KILROY ESTUVO AQUÍ (KILROY WAS HERE)

En mayo de 1943, las tropas aliadas conquistaban Túnez y Bizerta, los últimos reductos importantes que el Eje mantenía en el Norte de África, tras casi un años de duros combates, en los que ambos ejércitos habían luchado en los mismos lugares donde dos mil años atrás Roma y Cartago lo habían hecho.
Cuando las tropas norteamericanas, inglesas y de la Francia Libre penetraron en ambas ciudades, se encontraban en lugares inesperados una especie de graffiti con la leyenda "Kilroy estuvo aquí". ¿Qién era aquel personaje que parecía mofarse de su tardanza en llegar a un lugar donde él ya había estado?
Más allá del horizonte de Túnez les esperaba otro continente y la frase en cuestión y el misterio de Kilroy, les acompañaría hasta que los últimos reductos de la Alemania nazi fueron ocupados y siempre, Kilroy había estado allí.
Entre los soldados norteamericanos se hizo popular la broma de hacer dichas pintadas dondequiera que fueron desembarcados o alegar que ya estaba allí cuando llegaron. Pronto se convirtió en una forma de comunicación entre los soldados estadounidenses para establecer una zona segura durante el combate que indicaba a las tropas que en esa zona había tropas americanas o se trataba de una zona relativamente asegurada. Pero lo cierto es que nadie sabía con certeza cómo había empezado todo aquello.
En 1946, una vez concluída la II Guerra Mundial, la Transit Company of America realizó un concurso que ofrecía como premio un auténtico tranvía a la persona que probase ser el “verdadero” Kilroy. Casi cuarenta hombres se presentaron, contando sus respectivas historias. Una de esas personas era Jim Kilroy, un antiguo concejal de la ciudad de Boston y supervisor de astillero, su historia era bastante simple y, quizá por ello, resultó la más convincente. Jim relataba que el Astillero de Fore River en Quincy le había encargado que revisara los remaches de las planchas de acero de los barcos. Cuando acababa con una, le hacía una señal con tiza para diferenciarla de las que no había comprobado. Sin embargo, se dio cuenta de que a veces le devolvían planchas ya revisadas, probablemente porque la marca de tiza se borraba. Esto era un inconveniente, además de un mal negocio para Kilroy que cobraba en función del número de planchas que era capaz de revisar y con estas devoluciones, revisaba la misma plancha dos veces y cobraba sólo por una. Cansado de ello cambió el sistema de marcar las planchas de acero. Así que comenzó a escribir con pintura en los mamparos la frase “Kilroy was here“, para demostrar que él había estado allí y había inspeccionado el remachado en la nave de nueva construcción. Miles de soldados estadounidenses fueron transportados a las costas africanas en barcos de la marina, en algunos de los cuales, podían ver la famosa frase, que para ellos era todo un misterio, pero que se hizo popular.
James Kilroy ganó el concurso de la Transit Company of America, su relato fue apoyado por el testimonio de algunos trabajadores del astillero y él instaló el vagón que había ganado en el patio delantero de su casa como regalo de Navidad para sus nueve hijos.




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