viernes, 11 de octubre de 2019

FUNNY GAMES

Anna (Susanne Lothar), su esposo Georg (Ulrich Mühe) y su hijo de diez años Georgie (Stefan Clapczynski) van a pasar las vacaciones a su bonita y lujosa casa a orillas de un lago. Sus vecinos Fred (Christoph Bantzer) y Eva (Monika Zallinger) han llegado antes que ellos. Las dos parejas quedan para jugar al golf al día siguiente. Mientras padre e hijo echan al agua y aparejan el velero, Anna se queda en casa preparando la cena. Inesperadamente, Peter (Frank Giering), un joven educado que dice estar alojado en casa de los vecinos, se presenta para pedir que le presten algunos huevos porque a Eva no le queda ninguno. Anna se pregunta cómo ha podido entrar en la casa. El joven le explica que Fred le ha enseñado un agujero que hay en la cerca.
Tras romper los huevos repetidamente, Anne empieza a sospechar que algo va mal. Más tarde, a pesar de los buenos modales de Fred y su compañero Paul (Arno Frisch), George pide a ambos que abandonen su casa reiteradamente sin éxito, y estos acaban golpeando a George con un palo de golf rompiéndole la pierna sin perder la sonrisa y los buenos modos.
Explican a la familia que todo se trata de un juego y comienzan una serie de actividades perturbadoras y violentas iniciadas por Paul y Peter, en las que Anna, Georg y Georgie, son participantes involuntarios.
La familia permanece secuestrada en su propia casa, maniatados y sin posibilidad de comunicarse con el exterior, tratando de ganar una apuesta en la que son obligados a participar y en la que está en juego su propia vida.


Al parecer, el realizador, Michael Haneke, ha expresado que nunca albergó la intención de hacer con esta una película de terror, sino que su idea era hacer un film con una reflexión moralista sobre la influencia de la violencia de los medios en la sociedad.
Es cierto que algunas de las constantes del realizador austriaco son una cierta obsesión por la violencia y un todo didáctico más o menos presente, pero sea como fuere y pretendiera lo que pretendiese, lo cierto es que el resultado es una de las películas más perturbadoras y con una violencia más desconcertante, sutil y gratuíta que se han hecho.
Desde que aparecen los dos jóvenes sádicos en pantalla, la película se vuelve incómoda de ver, pero ya te tiene atrapado. Haneke utiliza recursos como la interacción de los personajes con el espectador, o el hacer ver que todo es una ficción y está controlado para hacer partícipe a quien la está viendo. Largos planos fijos, utilización recurrente de los silencios, degradación y humillación de la familia secuestrada, juegos perversos... Todo ello compone una historia retorcida pero posible, lo que vuelve al film más aterrador, porque los personajes resultan creíbles.


Haneke parece querernos involucrar de una manera que parece una acusación, no tanto de culpabilidad sino como queriendo decirnos: No te creas inocente del todo. Porque si él es la mente calenturienta capaz de concebir una historia de este tipo, nosotros somos los colaboradores necesarios, pues no nos hemos escapado de la sala de proyecciones o apagado el reproductor, sino que seguimos allí observando y esperando a ver qué pasa.
Hay otras reflexiones en el film, como el porqué de la actitud de estos dos descerebrados, aparentemente jóvenes de cierto nivel intelectual, que llevados del aburrimiento son capaces de trasladar a extremos de puro sadismo la violencia injustificada e indiscrimidada, simplemente porque sí, porque les apetece, algo que en la vida real hemos visto en los medios alguna vez cuando se nos habla de agresiones graves, incluso mortales, de tipos de esta calaña a indigentes o a personas normales elegidas aleatoriamente, porque les divierte. Unos tipos amorales y muy peligrosos, totalmente normales cuando no brillantes en su vida diaria, pero aquejados de una disfunción grave en su personalidad, pues de otro modo es imposible entender su grado de perversión y menosprecio a las vidas del prójimo.
Yo pienso que, a pesar de los esfuerzos del director, siempre la vemos con algo de lejanía, no acaba de implicarnos en la historia, quizá por un cierto tono de superioridad que nos hace tomar distancia. Un film que para muchos será desagradable y, como mínimo, desasosegante, a pesar (y esto es de agradecer) de que toda la violencia se produce fuera de plano y solo contemplamos sus devastadoras consecuencias.




4 comentarios:

  1. Tienes razón. Hay una secuencia que no quiero contar, digamos brechtiana, que abunda en el tema de intentar distanciar al espectador de la ficción, pero que no lo consigue porque todo sigue resultando igual de creíble. Sabemos que la violencia está ahí, esperando su turno para desatarse.

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    1. Estas películas hay que verlas con espíritu crítico porque tienen una doble vertiente que, en ocasiones, las hace hasta peligrosas, pero porque hay gente que es perversa, no por el film en sí.

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  2. Una de las primeras cosas que tenemos que valorar ante una mudanza, es qué vecinos nos vamos a encontrar. Tengo un amigo que antes de ir a ver un piso en alquiler, se mirar los nombres de los buzones que le irían a rodear e investiga por las redes sociales cómo son. Aunque también es verdad que en las redes se miente con profusión.

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    1. A veces, entre la gente aparentemente normal, hay mentes retorcidas y suelen ser las más peligrosas, precisamente porque no se les ve venir.

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