lunes, 4 de marzo de 2019

YI YI

Cada miembro de una familia de clase media de Taipei, busca reconciliar las relaciones pasadas y presentes dentro de sus vidas diarias.
NJ Jian (Nien-Jen Wu), su esposa Min-Min (Elaine Jin) y sus dos hijos forman una típica familia de clase media, que comparte su apartamento en Taipei con la anciana madre de Min-Min.
Las cosas empiezan a ir mal para los Jian cuando el hermano de Min-Min, A-Di (Hsi-Sheng Chen) se casa, pues el día de la boda, la abuela tiene un derrame cerebral y entra en coma.
NJ tiene 45 años y trabaja como socio en una empresa informática que el año anterior obtuvo importantes beneficios, pero que pronto podría quebrar si no cambia de estrategia. Su estabilidad emocional empieza a resentirse cuando se encuentra casualmente a un viejo amor y empieza a relacionarse con un japonés que podría salvar a su sociedad de la bancarrota.
La esposa percibe que no tiene nada que decirle a su madre en coma y tras un ataque nervioso toma conciencia de que su vida es una repetición sin sentido y trascendencia y decide irse al campo en busca de la iluminación espiritual a través de una especie de gurú, dejando a los dos hijos virtualmente sin nadie que pueda atender sus necesidades.
Su hija adolescente Ting-Ting (Kelly Lee), introvertida y solitaria, sólo se relaciona con su única amiga y el novio de ésta, que le da unas cartas para que se las entregue a su amiga, y con el cual empieza a sentir las emociones del primer amor. El hijo, Yang-Yang (Jonathan Chang), de 8 años, es lacónico como su padre y busca nuevas experiencias con la ayuda de una cámara, mientras no para de buscarse problemas en la escuela, especialmente con su profesor, que además es padre de su enemiga irreconciliable del colegio.


Última película del realizador taiwanés Edward Yang, autor también del guión, antes de su prematuro fallecimiento.


Hecha con esa pausa que caracteriza al cine oriental, sin embargo la película no resulta tediosa, ni aburrida, a pesar de las casi tres horas que dura. La narración avanza de manera fluída y en ella se nos va mostrando el día a día de esta familia que, a pesar de la distancia y de las diferencias culturales, podría ser la de cualquiera de nosotros. Su mundo está bastante occidentalizado, viven en una gran ciudad y sus trabajos o los estudios de los niños, así como el entorno, desde el domicilio familiar hasta el barrio en que viven, son perfectamente reconocibles.
El film tiene algunos rasgos de humor, protagonizados, sobre todo, por el pequeño, que hace un gran trabajo y sus fotos de las espaldas y cogotes de las personas, encierran toda una simbología sobre esa parte de las personas que ni ellas mismas pueden ver.


Uno a uno, les vamos conociendo y a través de los monólogos que mantienen ante la abuela en coma, van desnudando su alma ante nosotros.
Una película muy sugestiva, en la que sus protagonistas, entre todos los problemas que tienen, deben aprender lo hermosa que es la vida y cómo hay que cuidarla, sea cual sea la situación que nos toque vivir.




2 comentarios:

  1. Los problemas sicológicos de los orientales comienzan a aflorar en su cine.

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    1. En este caso concreto, la película podría haber estado hecha en occidente perfectamente.

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