miércoles, 9 de enero de 2019

SOMBRAS

La película narra tres semanas en la vida de tres hermanos afroamericanos que viven juntos en Manhattan: Hugh (Hugh Hurd), el hermano mayor, un cantante de jazz en clubes nocturnos de segunda categoría, trata de hacer carrera ayudado por su agente Rupert (Rupert Crosse), aunque debido a su estilo pasado de moda no puede encontrar mucho trabajo. Hugh tiene la piel negra, mientras que sus otros dos hermanos, Ben (Ben Carruthers) y sobre todo Lelia (Lelia Goldoni), tienen la piel lo suficientemente clara como para pasar por blancos.
Ben es un joven algo rebelde, problemático y tímido que trata de tocar la trompeta, aunque que en realidad dedica gran parte de su tiempo a deambular por las calles y los bares junto a sus dos amigos Dennis (Dennis Sallas) y Tom (Tom Reese), intentando ligar con chicas blancas; Lelia, la pequeña de los hermanos, es una artista multidisciplinar, o al menos a eso quiere llegar, aspira a ser escritora y es amiga de David (David Pokitillow), un intelectual neoyorquino. Durante una fiesta, Lelia conoce a Tony (Anthony Ray) y se enamoran. Cuando Tony visita su casa, conoce a Hugh, el hermano mayor, sorprendiéndose al descubrir que Lelia es mestiza y no puede evitar sentir prejuicios raciales; Hugh le expulsa al comprender el daño que le puede causar a su hermana y decide impedir que vuelvan a verse.
En una velada organizada por Hugh, Lelia conoce a Davey (David Jones) un joven negro limpio y serio, mientras Benny empieza una pelea.


Película interpretada por actores no profesionales que acudían a la academia que John Cassavetes y su amigo Burt E. Lane, tenían, creada como alternativa al Actors Studio.
Cassavetes ideó “Shadows” en un intento por crear una pandilla de actores que, partiendo de lo amateur, entendieran la actuación como un proceso inserto en sus vidas y dentro de las vivencias que se iban desarrollando a tiempo real. Para ello vagaban por la ciudad creando al personaje mientras rodaban por la calle, desde un taxi o en el interior de una cafetería con teleobjetivo, intentando burlar a la policía o directamente sobornándola.
La película cambió por completo el panorama del cine norteamericano. Rodada antes de la explosión de las filmografías europeas, Nouvelle Vague y Free Cinema, no obtuvo el reconocimiento de películas como “Los cuatrocientos golpes” (François Truffaut, 1959) o “Al final de la escapada” (Jean-Luc Godard, 1960), pero abrió la senda definitiva para que los autores independientes comenzaran a obtener visibilidad.


Con un argumento muy simple, el realizador deja que los actores vayan involucrándose en el personaje hasta el punto de que, en algunos momentos, el espectador no sabe muy bien si está asistiendo a la narración de la propia vida del intérprete o a la de su personaje.
El film nos habla sobre la protección familiar, la desigualdad entre mujeres y hombres y los conflictos raciales y sociales producidos por una sociedad intolerante y prejuiciosa.


Desde el inicio de Shadows se oyen algunos fragmentos musicales del contrabajista Charles Mingus y del saxofonista Shifi Hadi. La elección de esa banda sonora no es antojadiza, pues por un lado la música define la identidad de sus personajes, y por el otro revela los mecanismos de construcción del propio filme en el que, como sucede en el jazz, una estructura melódica reconocible sirve para que los intérpretes improvisen sobre ese patrón musical en común.
Y es que realmente ese es el método de trabajo de Cassavetes en la película, el director da unas líneas generales del guión y el actor comienza a improvisar sobre ello, cuando se siente cómodo, vuelve al guión y es cuando realmente interpreta el papel, de modo que película y guión, en cierto modo, se van haciendo al mismo tiempo.
Sea como fuere, Cassavetes y este film que hoy comentamos, abrieron camino y aunque en su momento no fuera del todo comprendido, el poso que dejó, sigue teniendo influencia hasta llegar a nuestros días.




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