lunes, 13 de julio de 2015

LOS HERMANOS KARAMAZOV

Dimitri Karamazov (Yul Brynner) es un teniente del ejército zarista de vida disipada, que se dedica a gastar a manos llenas el dinero que le va prestando su padre y que, según Dimitri, es suyo porque formaba parte de la herencia de su difunta madre, pero el padre no lo ve así y cada vez que le hace una entrega, lo considera como un préstamo y le hace firmar un pagaré. Los sentimientos de Dimitri frente a su padre, son de odio.
Su hermano Iván (Richard Basehart), un hombre culto y refinado que trabaja como periodista, cultiva una filosofía en la que defiende que todo está justificado, incluso el crimen. Aunque es un agnóstico, en el fondo de su ser late una especie de necesidad por creer en algo más allá de la vida.
El tercero de los hermanos, Alexei (William Shatner), sigue los pasos del sacerdocio, procura ayudar a sus hermanos y a su padre, sin juzgar las vidas y maneras de ser de cada uno.
Dimitri conoce a Katya (Claire Bloom), a la que presta dinero para que salve a su padre, coronel del regimiento, de una apurada situación. Ella, en parte por agradecimiento, se enamora de Dimitri, con el que quiere casarse, pero él no la ama. Por el contrario, otra mujer le arrastra hacia una pasión obsesiva, se trata de Grushenka (Maria Schell), con la que también mantiene una relación el padre de Dimitri.


Adaptación de la novela del mismo título de Fedor Dostoievski, en la que, aunque ambientada en la Rusia zarista, el autor ruso, hace un retrato psicológico de unos personajes que son universales e intemporales tal cual sucede en tantas otras obras que han alcanzado la categoría de clásicas.
Richard Brooks, realizador del film, también participó en la confección del guión y, a mi juicio, consigue una adaptación bastante aceptable para hacerse una idea de lo que Dostoievski puso en palabras, aunque hay algo que me ha resultado poco acertado, ese final feliz que no se corresponde con la novela y en el que se doblega al gusto del público estándar que se pirra por los finales felices.


Muy buenas actuaciones, en general todos los intérpretes brillan a gran altura, quizá algo menos ellas, con una encantadora María Schell a quien no hace ningún favor el doblaje al castellano y un Yul Brynner que es todo fuerza y presencia. Pero quien realmente borda su intervención es Lee J. Cobb dando vida al borracho pervertido Fyodor Karamazov. Mira que Brynner está bien, pero cuando coincide en escena con su padre en la ficción, éste se lo come literalmente, como hace con el resto del excelente reparto.




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