martes, 12 de octubre de 2021

ARDOR GUERRERO

 

Lo de oír contar la  mili, era algo que, de cuando en cuando, sufríamos de algún pariente o amigo pesado que, no es que contara lo mismo, ¡qué va!, aquello iba creciendo y se iba adornando con cosas inventadas o soñadas que todos sabíamos que eran trolas o exageraciones que soportábamos con la mayor entereza posible.
Eso es lo que hace Antonio Muñoz Molina en su libro, nos cuenta su mili, claro que no lo hace de esa forma que he expuesto, sino con la elegancia de quien maneja bien el idioma y con los ojos críticos de quien no ha olvidado aquel tiempo perdido (porque eso era la mili, una pérdida de tiempo en los mejores años de tu vida) en su justa medida, desprendido del halo de aventura, camaradería y agradables recuerdos con que lo adornan quienes han olvidado las incurias que debieron soportar por parte de superiores o de compañeros veteranos, verdaderos impresentables que se aprovechaban de su posición para regodearse en la humillación ajena, casi siempre del más débil que, muchas veces, en lugar de tomar nota para no caer en las mismas miserias, iba a repetir las mismas barbaridades con quienes llegaran después.
Muñoz Molina, al tiempo que nos cuenta su mili particular, hace un retrato de lo que era el ejército del momento (años 79 y 80 del pasado siglo), aún impregnado con el perfume indeleble del franquismo del que no acababa de desprenderse, con la figura del dictador presente en el ambiente y muchos mandos que parecían calcos de aquellos africanistas de finales del XIX principios del XX. Un ejército anacrónico, impropio de un país moderno, si es que algún ejército de este tipo tiene razón de ser hoy en día en que con un pepinazo lanzado desde el otro extremo del mundo, te pueden borrar del mapa. Aquellos "juegos" que encantaban a los que sentían el ardor guerrero de marcar el paso, vestir el uniforme, combatir contra un enemigo inexistente, soportar arrestos, castigos y guardias interminables que no servían para nada.
La mili de cada uno es como los partos de las mujeres, todos iguales, pero todos diferentes, aunque hay muchas cosas comunes, así que quienes lo lean y tuvieron que pasar por ella en su momento, notarán algunos cambios con lo que ellos vivieron, pero se reconocerán en otras muchas cosas y quienes han tenido la suerte de no pasar por aquel trance, en muchos momentos ignominioso por más que os cuenten algunos, podrán tener una idea bastante aproximada de lo que era aquello del servicio militar obligatorio.



4 comentarios:

  1. Por razones obvias, éste es uno de los libros más personales de su autor. Juan Marsé llevó a cabo algo parecido en "Teniente Bravo".

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  2. Hola Trecce!
    Cuando se publico recuerdo que muchos amigos de la pandilla lo leimos, creo recordar que excepto 2 o 3 que libraron el resto vestimos uniforme. Volví de nuevo a su lectura hace pocos años y me parece muy interesante.
    Saludos!

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    1. Como digo, la mili de cada cual es distinta, pero hay cosas reconocibles porque parecen comunes a cuantos pasamos ese trance.

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