La acción se sitúa en 1874 en la Rusia Imperial. Anna Karenina (Keira Knightley) esposa de Alexei Karenin (Jude Law), alto funcionario del gobierno viaja desde San Petersburgo a Moscú cuando su hermano, el príncipe Oblonsky (Matthew Macfadyen) pide su mediación para tratar de evitar que su esposa Dolly (Kelly Macdonald) lo abandone tras descubrir sus infidelidades.
Al mismo tiempo llega a Moscú Levin (Domhnall Gleeson), para pedir la mano de Kitty (Alicia Vikander), hermana de Dolly, aunque esta lo rechaza, pues está enamorada del Conde Alexei Vronsky (Aaron Taylor-Johnson), un apuesto soldado que acude a la estación para recoger a su madre. Allí conocerá a la que ha sido su compañera de viaje, Anna Karenina, sintiéndose ambos inmediatamente atraídos.
Tras cumplir con su cometido y conseguir la reconciliación de Dolly con su hermano, Anna accede a acudir a un baile de sociedad sabiendo que al mismo acudirá el conde, con el que accederá a bailar, bailando de hecho con ella la mazurca, baile en el que todos esperaban ver escenificado el compromiso de Vronsky con Kitty.
Anna regresa a San Petersburgo, encontrándose con que Vronsky viaja con ella haciéndose amantes de inmediato entre las críticas de la alta sociedad, llegando a quedarse embarazada de Vronsky.
Aunque Karenin trata de hacer oídos sordos a los crecientes rumores sobre su esposa y el conde, esta se delata cuando acude a ver una carrera de caballos y muestra, ante todos, sus sentimientos cuando Vronsky cae del caballo, confesándole tras ello a su marido que ama al conde y que está embarazada de él.
Karenin, que no desea un escándalo, le propone a su esposa dar su apellido al hijo que espera y que continúe viviendo con él y con su otro hijo, Seriozha (Oskar McNamara) a cambio de renunciar a su amor por Vronsky, negándose a concederle el divorcio.
Levin, por su parte, tras su desengaño amoroso vive en la granja heredada de su padre, dedicándose a trabajar duramente como un bracero más, mientras sigue soñando con Kitty, por lo que, cuando le informan de que tal vez la encuentre más dispuesta a aceptarlo, acude de nuevo a verla, encontrándola esta vez proclive a aceptar el compromiso.
Entretanto, y tras el parto, Anna enferma, estando a punto de morir, por lo que Karenin decide perdonar a Vronsky al comprobar que la ama de verdad y que sufre como él y tras ver que Anna parece arrepentida de su aventura.
Pero cuando Anna se recupera, olvida su arrepentimiento, y, aunque sin divorcio, se marcha con Vronsky y vivirá con él.
Basada en la obra del mismo título de Leon Tolstoi, considerada como uno de los hitos de la literatura universal.
Arriesgada propuesta del británico Joe Wright, pues la historia se desarrolla, en buena parte, en el interior de un teatro. Las transiciones, en vez de los típicos fundidos o los cambios de escena sin solución de continuidad, recurren al cambio de decorado, bien mediante la aparición de nuevos fondos de escenario, o del mobiliario en escena; en otras ocasiones es una puerta que se abre al exterior, o el deambular de la cámara entre bambalinas, en la zona de tramoyas, subiendo o bajando a otros pisos o trasladándose al patio de butacas o a los palcos.
Todo ello sin que resulte molesto ni excesivamente llamativo, una vez aceptado, para el espectador y sin que de la sensación, ni de lejos, de ser teatro filmado.
La obra de Tolstoi, sin embargo, pierde buena parte de su fuerza, no por esta forma de narrarla, sino porque hay partes enteras que desaparecen o quedan desvirtuadas, como la propia historia de Levin, que en la novela va alternando capítulos con la de la Anna, hasta el punto de que el propio personaje apenas aparece en escena y con ello desaparece también todo lo que Tolstoi nos cuenta de la vida en el campo y del malestar creciente de la población rural.
Por otro lado, la historia de Anna, también pierde buena parte del sentido que tiene en la novela, en la que vemos a una protagonista casada con un hombre mayor y de vida monótona, y sus amistades y la gente le rodea, también es gente mayor, como su marido. Aquí eso, no solo no se aprecia, sino que se nos muestra todo lo contrario, y pierde mucha fuerza el desgarro con el que vive la separación de su hijo, uno de los motivos importantes del texto del escritor ruso, con esa dicotomía que ha de enfrentar Anna entre vivir su propia felicidad, que para su desgracia, le llega en condiciones desfavorables y el deseo de mantener a su hijo a su lado, cuando las leyes le niegan tal posibilidad.
A la hora de la verdad, ante la pérdida de parte de la fuerza trágica de este intenso drama romántico, la película queda relegada a un impresionante espectáculo visual en el que todo parece girar en torno a la fastuosa y original puesta en escena. Nada que reprochar a decorados, vestuario, iluminación, etc., pero, por contra, algunas escenas parecen demasiado preocupadas por la composición y el efecto visual y acaba por perder atractivo y, una vez asimilada la propuesta por el espectador y desaparecido el impacto novedoso de la misma, salvo alguna escena determinada, se vuelve reiterativa en los recursos y se llega a perder el interés, al menos por quienes hayan leído la novela y sepan cómo acabará todo.
Excelente disección de la obra de Tolstoi y de la propia película. En sí, y tú lo dices también, la película es espactacular en cuanto a ambientación de aquella aristocracia zarista.
ResponderEliminarSe deja de apreciar lo que Tolstoi más quería que se notara : el estado de esclavitud de los rusos rurales.
Buena parte de eso, de la vida en el mundo rural, de la preocupación por los progresos en los sistemas de explotación agrícola y el germen de los descontentos sociales, se ve en el libro en los capítulos dedicados a Levin, que se van alternando con los dedicados a Anna. En el film, la figura de Levin y su vida en el campo, apenas aparece.
EliminarComo apuntas creo que la puesta en escena, es muy buena, aunque en ocasiones quizá alguna habría que matizarla.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Sacrifica muchas cosas de la novela.
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