viernes, 2 de agosto de 2013

LOS VIKINGOS

En una de sus incursiones en las zonas costeras de Inglaterra, Ragnar (Ernest Borgnine), jefe de un clan vikingo, da con el campamento del rey inglés, le mata y viola a su esposa que, a consecuencia de ello, tendrá un hijo al que envía a vivir a Islandia. Este niño será capturado por los vikingos y convertido en esclavo. Sin saberlo ninguno de ellos, convivirán en el mismo poblado Rainar, su hijo Einar (Kirk Douglas) y el hermanastro de este e hijo ilegítimo de Rainar, Eric (Tony Curtis).
Cuando en una de sus razzias, los vikingos apresan a la que está llamada a ser futura reina de Inglaterra, Morgana (Janet Leigh), los dos hermanastros competirán por ella, pues ambos están enamorados de Morgana. La relación de Einar y Eric, que ya era de odio absoluto, se convierte en insostenible, cada encuentro entre ambos se convierte en el presagio de una tragedia, el odio de Einar y el resentimiento de Eric podrán curarse de una única manera, la muerte de uno de los dos.
 

 
Richard Fleischer consigue con esta película una verdadera obra maestra, en la que la fidelidad histórica y la aventura, se dan la mano para lograr una perfecta simbiosis.
Basada en la novela del mismo nombre de Edison Marshall, Fleischer se documentó muy bien antes de plasmarla en el celuloide, desde la reconstrucción de los barcos a escala real, a partir de naves vikingas rescatadas del fondo del mar, hasta los modos de vida y, por supuesto (gracias por el detalle), suprimiendo los cuernos de los cascos vikingos, uno de esos falsos tópicos que acaban tomando carácter de seña de identidad.

 
Con un cuadro de actores de primerísimo nivel, en el que, sin olvidar la interpretación de Janet Leigh, sobresalen las grandes intervenciones de Ernest Borgnine y, sobre todo, de la pareja protagonista. Y es que Kirk Douglas y Tony Curtis están inmensos, cada uno de sus encuentros hace saltar chispas y, desde luego, Kirk está que se sale.

 
Rodada con el fondo de los maravillosos paisajes de los fiordos noruegos que se prestan a realzar la magnífica fotografía, convirtiendo cada secuencia de exteriores en una auténtica postal.
Magnífica ambientación, cuidando los detalles de vestimenta, utensilios, armas y construcciones. Secuencias magistrales las de los enfrentamientos navales y no menos espectacular el asalto al castillo del final.

 
La película contiene docenas de escenas inolvidables, los saltos de Einar sobre los remos; el ataque del halcón; la escalada por el puente levadizo sirviéndose de las hachas que han clavado en él y para colofón, la magnífica y evocadora secuencia del funeral vikingo.

 
Una auténtica delicia la música de Mario Nascimbene, épica, conmovedora, el contrapunto perfecto a la historia que se está desarrollando. El sonido del enorme cuerno con el que dan la bienvenida a quienes regresan del combate, sigue sonando y resonando en nuestros oídos cuando la pantalla ya se ha fundido en negro al final del film. Como digo, deliciosa y espectacular.

 
Decíamos al principio que el realizador se documento amplia y concienzudamente antes de comenzar el rodaje. Este afán de respetar la realidad histórica llegó al punto de que los títulos de crédito, tanto del principio, como del final, muestran imágenes del famosísimo Tapiz de Bayeux (también conocido como Tapiz de la reina Matilde), una auténtica obra de arte de mil años de antigüedad que relata, mediante imágenes, los hechos previos a la conquista normanda de Inglaterra.
Como curiosidad, señalar que Tony Curtis y Janet Leigh, estaban casados por aquel entonces.

 
La versión original cuenta con el aliciente de la voz en off de Orson Welles en una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, entretenimiento garantizado con una buena lección de historia de por medio y, de añadido, pero no de menor importancia, toda la épica de la cultura vikinga, hombres recios y bárbaros que aspiraban a morir con una espada en la mano para que Odin les abriera las puertas del Valhalla.




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