martes, 17 de agosto de 2010

ATORMENTADA

Una peli de Hitchcock que, si a priori no sabemos nada, sería difícil atribuírsela a él, porque difiere algo (bastante en ocasiones) del cine que estamos acostumbrados a ver bajo la firma del genial director. Película de las llamadas de época, con lo cual ya estamos fuera de ese ámbito de actualidad en el que suele moverse normalmente, ambientada en la Australia del XIX, por entonces colonia británica. Rodada en color, con un encantador tono pastel que la hace realmente eso, encantadora. Con un reparto encabezado por Ingrid Bergman, Joseph Cotten y Michael Wilding, en principio todo eran buenas mimbres para que la película adquiriera cierto éxito. No fue así y la razón no es una, sino varias. Hitchcock se empecina en seguir con su experimento de los largos planos secuencia que tan bien habían quedado en su anterior film, pero que aquí, no dan el mismo resultado. La peli se hace un poco larga (no pesada, larga), a ello contribuyen algunos de los largos diálogos que acompañan a esas secuencias, yo creo que la historia hubiera quedado mejor con media horita menos.

Ingrid Bergman está superbién en algunos momentos de la peli, hay un monólogo hacia el final, acompañado de gestos dramáticos, realmente apoteósico, pero a pesar de todo ello, ni de lejos es su mejor papel, a veces parece como si ese personaje no le fuera bien, vamos como si su elección hubiera sido un error. Ni que decir que el de Cotten se ve bastante ensombrecido por el rol de Michael Wilding, que quizá sea el que más provecho saca a su actuación. Y todo esto no es achacable a los actores (al menos no del todo), sino al planteamiento de la película.

El recuerdo de Rebeca, está presente durante toda la película y claro, eso contribuye a que, al compararlas, "Atormentada" salga perdiendo. Muy bien la ambientación y unos magníficos decorados. Lo secundario del guión es quizá lo mejor. Los diálogos en la cena frustrada en la casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), son mordaces, ingeniosos e irónicos. El sentimiento de hipocresía social que se nos transmite está también muy logrado.

A pesar de todos los pesares, Hitchcock siempre nos deleita con algo. De toda la película, me quedo con un plano en el que se nos muestran las manos de Joseph Cotten que sostienen un collar. Pues bien, a través de las manos y de lo que va haciendo con el collar sujeto por ellas, se nos transmiten los cambios de humor del protagonista. Una maravilla. A Hitchcock le dolió el fracaso comercial de esta película. Encima por otra serie de problemas, disolvió su sociedad con Sidney Berstein y la productora Transatlantic Pictures, pasó a mejor vida.

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