lunes, 23 de agosto de 2010

EL MARY CELESTE

El 4 de noviembre de 1872, salía del puerto de Nueva York, con destino a Génova, el bergantín Mary Celeste, al mando del capitán Benjamín S. Briggs (en la foto), junto a dos contramaestres y cinco marineros, con dos pasajeros de excepción a bordo, su esposa y su pequeña hija de dos años, embarcadas porque pensaban pasar una temporada en familia en Italia. La carga del barco eran 1700 barriles de alcohol para uso industrial y, de hecho, tenía más valor que el bergantín en sí.
El 4 de diciembre de ese mismo año, la goleta Dei Gratia, al mando del capitán David R. Morehouse, amigo de Brigss, avistó al Mary Celeste a 600 millas de la costa de las Azores. En el barco no había nadie, el chinchorro de proa, único bote que había a bordo del barco cuando partió de Nueva York, no estaba y había en el barco algunos desperfectos. La única documentación encontrada, fue el diario de a bordo y de él nada se desprendía.
El Mary Celeste fue conducido a Gibraltar y el almirantazgo inglés abrió una investigación que tomó la hipótesis del motín, pues fue hallada una espada con la Cruz de Saboya, propiedad del capitán Briggs, en el camarote de este, con manchas rojizas. Sin duda, la necesidad de buscar una rápida explicación, les llevó a dar por buena la teoría del motín de la tripulación que habría asesinado al capitán y a su familia, para después darse a la fuga en el bote.
El caso es que la espada fue sometida a un examen científico que determinó que las manchas no eran de sangre, tal vez fuera óxido, pero el resultado había llegado cuando la investigación había sido dada por concluída. Ahí se abrio todo un abanico de conjeturas, ninguna de las cuales ha podido ser probada, hasta convertir el caso del Mary Celeste en uno de los grandes misterios sin resolver de la navegación de todos los tiempos.


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