
El penúltimo de los westerns de Eastwood, en el que hace una mezcla un tanto personal de todo lo que ha visto, todo lo que ha hecho y todo lo que
aprendió. El resultado es esta película, remake del clásico Raices profundas de George Stevens, en el que cambia a los campesinos por mineros y al crío por una jovencita.


Dentro de lo zarrapastrosos que suelen ir estos tipos en las películas, ya que van cabalgando y envueltos en polvo o barro, el personaje de Eastwood, se nos presenta con un cierto toque de elegancia y majestuosidad.
En la fotografía de nuevo Bruce Surtees, haciendo un juego de sombras en tonos más bien oscuros, que son una auténtica maravilla.

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