lunes, 4 de noviembre de 2019

LA VIDA DE LOS OTROS

República Democrática Alemana, año 1984. El capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un hombre solitario, es un competente oficial del servicio de inteligencia y espionaje de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la RDA.
Wiesler asiste a la representación de una obra escrita por Georg Dreyman (Sebastian Koch), quien es considerado por muchos como el mejor ejemplo de intelectual que es, al tiempo, un ciudadano leal. Wiesler tiene el presentimiento de que Dreyman no puede ser tan ideal como parece, y cree que se requiere vigilancia sobre él. El Ministro de Cultura está de acuerdo y le encomiendan que espíe a la pareja formada por el prestigioso escritor y una popular actriz, aunque más tarde Wiesler se entera de que el Ministro ve a Dreyman como un rival y desea a su compañera Christa-Maria (Martina Gedenk).
Cuanto más tiempo pasa escuchándolos, más se preocupa por ellos y el una vez rígido oficial de la Stasi, comienza a intervenir en sus vidas de manera positiva, protegiéndolos siempre que le resulta posible. Finalmente, la manera de actuar de Wiesler en el caso, acaba teniendo consecuencias para él y, aunque no hay pruebas de irregularidades, se ve postergado a realizar trabajos de baja categoría.
No puede ni siquiera imaginar hasta qué punto esa misión va a influir en su concepción de la vida y del mundo.


Multipremiada película, ópera prima del alemán Florian Henckel von Donnersmarck, autor también del guión. Entre los numerosos premios recibidos, el Oscar a la Mejor película en habla no inglesa.


Se ven con cierta envidia producciones como esta desde un país como el nuestro, con un pasado, si no oscuro, al menos turbio. Películas que cuentan lo que ocurrió sin afán moralizante, historias corrientes, que le pudieron suceder a cualquiera en un régimen cuya policía política alcanzo niveles de perfección y refinamiento significativos. Presentes en el día a día de la vida de sus ciudadanos, se palpa el miedo en esas calles desiertas, vacías, de aspecto gris y geométrico, apartamentos con escaso mobiliario a cuya puerta podían llamar en cualquier momento, en ocasiones, sin que supieras exactamente por qué. Quizá algún vecino sospechoso, algo que había ocurrido en los alrededores o en tu trabajo y ya estabas involucrado en una pesadilla de la que no siempre era sencillo escapar. Tus amigos, tus compañeros... cualquiera podía ser informante de la temida Stasi, muchas veces de manera involuntaria, sencillamente callando o no diciéndote que le habían preguntado por ti o no contándote, como ocurre en la película, que han entrado en tu casa cuando estabas ausente. Se les obligaba a callar, a colaborar, con amenazas veladas, casi siempre dirigidas contra la familia cercana, mucho más efectivas que las sugeridas contra la propia persona.
Así vivían y así lo refleja muy bien el film, al fin y al cabo, Ulrich Mühe, que interpeta al capitán de la Stasi, verdadero protagonista del film, cuando le preguntaban en qué forma se había inspirado para interpretar su personaje, decía: "Simplemente, lo recordaba".
Así eran los regímenes comunistas europeos, regímenes totalitarios donde la corrupción de la clase dominante, se había vuelto el pan nuestro de cada día y quien se salía de la linde, pagaba, cuando menos, con el ostracismo si no con su vida.
Cuando os hablen de regímenes fascistas y engloben estos bajo ese paraguas, sabed que están tratando de banalizar lo que supuso el comunismo, no eran estados fascistas (sin que yo quiera hacer apología del fascismo, ni mucho menos), eran regímenes comunistas, llamemos a cada cosa por su nombre. Aunque hubieran ganado la guerra, eso no los convirtió en mejores, contra lo que alguna historiografía interesada nos quiere hacer creer y de eso de tapar las faltas y de decir que los malos fueron los otros y los nuestros unos santos, aquí sabemos un poco.
Una película que hay que ver, quienes vivimos en aquella época, para refrescar nuestra memoria y los jóvenes, para que sepan lo que fue y de dónde venimos, así quizá aprendan a valorar lo que tenemos y a no dejarse llevar por aquellos que, de manera partidista, deliberadamente egoísta y peligrosa, llaman a lo que tenemos ahora estados represores en los que no se garantizan las libertades. ¡Por favor!
Un homenaje también a tantos seres anónimos que vivieron y sufrieron aquellos años oscuros, bien que acabaran doblegando la cerviz (¿quienes somos nosotros para juzgarles desde la comodidad de nuestras vidas?), o bien que lograran mantener la cabeza alta, sabe Dios a cambio de qué humillaciones.
Buenas interpretaciones y magnífica ambientación para acabar con un final que me emocionó como hacía tiempo ninguna película lograba, brillante y emotivo, de esos que, cuando la ves en pantalla grande, te dejan un buen rato pegado a la butaca.




10 comentarios:

  1. no se si es la misma película de la cual leí muy buenas críticas hace unos años, pero recuerdo que no tenía muchas escenas en exteriores como acá veo en tu entrada... debería buscarla y verla entonces ja saludos...

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    1. Como digo en la entrada, da cierta envidia ver películas como esta.

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  3. Es una gran película, que se llevó, como bien dices, una buena colección de premios (en efecto, entre ellos el Óscar. Siempre me fijo en esa sección de los premios, nunca suele defraudar, cosa que sucede con frecuencia con el resto de galardones). Recuerdo haberla vista en el festival de cine sevillano (el mismo que está ahora a punto de arrancar) antes de su gira por las carteleras de todo el mundo.

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    1. Sin ir más lejos, me parece mejor película que las candidatas de la industria hollywoodense de aquel año.

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  4. En efecto Trecce ¡Una maraca de película! como decimos en Venezuela. Te voy a dejar lo que escribí acerca de ella ¿puedes leerlo? http://tigrero-literario.blogspot.com/2011/04/la-vida-de-los-otros-el-fin-ultimo-de.html

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  5. Una muy gran película, que debería proyectarse en cineclubs y en lo colegios. Como suele pasar el oscar a pelicula extranjera está muy bien otorgado.

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