viernes, 17 de agosto de 2018

POLICÍAS SIN ESPOSAS

David Collins (David Rollins), un joven trabajador de panadería, se compromete con Mary Coronelli (Nancy Drexel), que proviene de una familia adinerada. Su presuntuosa tía, se lleva a Mary a Europa, con la esperanza de separar a la pareja, pero Joe usa sus ahorros para seguirla hasta allí. Las cosas se complican cuando el muchacho es acusado falsamente de malversar dinero de la panadería para el viaje, y el oficial Riley (J. Farrell MacDonald), un policía local muy querido, recibe el encargo de viajar a Alemania y, tras ejecutar la orden de extadicción que lleva consigo, hacerse cargo de Joe y traerlo de regreso a EE.UU, donde será juzgado. Una vez en Europa, Riley sucumbe a la vida más desinhibida del viejo continente, y todo su afán es demorar el viaje de regreso, más aún, tras haber conocido a Lena (Louise Fazenda) una joven alemana que trabaja en una cervecería, de la que se enamora.
El realizador norteamericano demuestra su habilidad en una de las pocas ocasiones en que se adentra de lleno en la comedia genuina y no mezclada con otros géneros, cual hace en muchas otras de sus películas. Aquí toda la historia es puro divertimento, por más que se le puedan sacar segundas lecturas.
Un secundario habitual en las películas de Ford, J. Farrell MacDonald (aparece en nada menos que 24 de sus películas), tiene un bonito papel protagonista, sobre un viejo policía amable y divertido al que todos quieren en el barrio, con una primera parte que es una crónica de un barrio tipo en una gran urbe americana, en la que vemos a un policía que se lleva bien con los golfillos, con los alcohólicos o con los vendedores ambulantes. Cierto que no parece demasiado y que Ford pinta un mundo que tiene algo de idílico dentro de una vida diaria en la que se ve a gente que no está demasiado sobrada de recursos, pero que vive feliz. Y una segunda mitad, que transcurre en Europa, en la que visita cervecerías alemanas y cabarets parisinos.


Hay algunos momentos que muestran el original estilo de Ford, algunos de ellos visualmente inventivos en los que la cámara enfoca la cara de algunos de los personajes tras un escaparate, mientras vemos las acciones de otros reflejadas en el cristal.
Probablemente no es ningún menosprecio considerarla una obra menor de Ford, pero tal vez ha sido inmerecidamente olvidada, pues sigue siendo una comedia ligera gratamente entretenida.
Para acabar, una frase extraída de la filosofía del policía Riley que aparece en el intertítulo inicial de la película: "Puedes hablar de un buen poli por los arrestos que no hace".




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