jueves, 16 de agosto de 2018

EL LEGADO TRÁGICO

Denis Hogan (Victor McLaglen), es un patriota irlandés que se ve obligado a exiliarse precisamente por sus actividades en pro de la independencia de su país, para lo que se enrola en la Legión Extranjera francesa, sirviendo como oficial en Argel, donde llega a ser muy respetado por sus compañeros de armas.
El juez James O'Brien (Hobart Bosworth), un tipo aficionado a los ahorcamientos, recibe con pesar el diagnóstico de los médicos: Le queda poco tiempo de vida y, en su afán por asegurar el futuro de su hija Connaught (June Collyer), la hace prometer que renunciará a su amor por el virtuoso pero pobre Dermot McDermot (Larry Kent), para casarse con el despreciable y falto de escrúpulos, pero aparentemente opulento, John D'Arcy (Earle Foxe), un cazadotes que se convirtió en informador de los británicos.
Tras recibir un telegrama, Denis Hogan solicita permiso para regresar a Irlanda, poniendo en peligro su vida, pues se ha puesto precio a su cabeza, a fin de solucionar un asunto que atañe al honor de su familia, ya que D'Arcy se casó en París con su hermana, a la que abandonó, muriendo esta poco después.
D'Arcy hace gala de su condición de bribón al matar al caballo de Connaught y robarle literalmente su fortuna, que se ha jugado apostando y perdiendo, pero al final se las tendrá que ver cara a cara con Hogan que ha regresado para saldar su deuda.
El guión se basa en una novela del irlandés Brian Oswald Donn-Byrne.


Protagonizada por Victor McLaglen, habitual en las películas de John Ford, en algunos pasajes, el film sigue viviendo de la influencia de Murnau, aunque Ford va dejando a un lado todo eso, para resultar más reconocible.
Otra de esas películas en las que muestra su amor por el país de sus antepasados, con algunas escenas realmente brillantes, como todas las relacionadas con la carrera de caballos y sus prolegómenos en los que vemos a la gente llegando en carros en un desfile de tipos variopintos, con algún guiño a ese humor tan característico que, imagino, provocaba la carcajada en la sala, como las escenas en las que el asno sube y baja, quedando colgado de las varas del carro que tira, por el excesivo pero de la gente que está subida en el, como si lo estuvieran columpiando.
Final feliz y el héroe que regresa al desierto rodeado de un halo romántico, quedando en las gentes su recuerdo y la esperanza de que algún día no lejano, retorne para guiarles en la lucha contra los británicos.
Como curiosidad, señalar que John Wayne debuta en el papel de un espectador que, llevado por su entusiasmo, destroza la valla que separa al público de donde corren los caballos. La silueta del ahorcado que aparece en las sombras de la chimenea del juez, es también la suya (Por cierto, esta escena es también muy curiosa y con esos rastros de Murnau que señalábamos al principio).




2 comentarios:

  1. Parece una gran peli por el argmento. Esos temas me encantan.

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    1. No es que sea nada del otro mundo, pero estas películas tienen mucho encanto.

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