El Bellum Iugurthinum, narra la guerra de Roma contra Yugurta, rey de Numidia en los años 111-104 a. C., un conflicto que aparecerá a los ojos de Salustio como un hito que señalaba el comienzo de una era nueva y decisiva en la lucha de clases: Se eleva al consulado a un homo novus, Mario; la aristocracia, representada por Metelo, sufre un duro golpe y se ven también los comienzos de Sila, que abocarían a una despiadada tiranía. Su información en este caso es más exacta y completa: A los relatos existentes añade los numerosos datos recogidos en el lugar de los hechos, Numidia, con lo que fortalece también considerablemente su sentido de la imparcialidad.
Si bien es cierto que el relato narra hechos históricos y nos habla de personas, de sus protagonistas, en el fondo subyace el verdadero objetivo de Cayo Salustio que es criticar a las clases altas, al Senado, al que pinta como un ente dubitativo y dominado por personas que distan de la virtud, que se dejan sobornar y que anteponen intereses personales al bien de la República.
Desde tiempos de Masinisa, durante las guerras cartaginesas, los numidios habían sido aliados de Roma y en el libro podemos ver como Yugurta, que había sido adoptado por el rey numidio, a la muerte de su padre adoptivo, se rebela contra sus hermanos, mata a Hiempsal y derrota a Aderbal, que solicita ayuda a Roma. En realidad a los romanos les importaba muy poco esta disputa, tanto Aderbal como Yugurta, se proclamaban aliados de Roma, pero estaba de por medio su prestigio: No podían permitir que en un país aliado alguien se levantara contra los herederos legítimos y los matara, sin que los romanos hicieran nada.
Es curioso, también, como Salustio nos da unas cuantas lecciones morales sobre la integridad de las personas, cuando él había sido acusado de corrupción durante su etapa como procónsul en Numidia y expulsado del Senado bajo el pretexto de llevar una vida inmoral. Sólo su amistad con César, del que era decidio partidario le salvo de males mayores. De hecho, a la muerte de éste, privado de apoyos, fue cuando se retiró de la vida pública y comenzó a escribir las obras por las que ha pasado a la posteridad y de las que sólo se conservan íntegras esta y "La conjuración de Catilina".
La mayor importancia de las mismas viene dada por el hecho de que narra acontecimientos que vivió, en una época crucial para la historia de Roma y que por sus páginas desfilan personajes claves y muy conocidos: César, Mario, Sila, Cicerón, Bruto, Pompeyo, Metelo, Ahenobarbo...
Cómo se nota que provenimos de aquella cultura: los mismos vicios, defectos y pecados. De nuevo nada nuevo bajo el Sol.
ResponderEliminarEso mismo pensé yo.
EliminarYugurta, que conocía de sobra a los romanos, después de servir bajo las órdenes de Escipión en el asedio a Numancia, sabía que había muchos senadores proclibes al dinero fácil, así que no hacía más que envíar sobornos y cada vez que en el Senado se votaba la intervención en Numidia, era rechada y así estuvo unos cuantos años.
¡Hola!
ResponderEliminarUff... la historia romana no es mi fuerte, y te juro que después de este año de clases, a lo mejor acabo odiándola, jajajaja
Hice una vez una asignatura de latin en la que mi profe no hacía más que alabar continuamente "La Conjuración de Catilina".... suspender la asignatura, y su insistencia, hicieron que no quisiera saber nada de ese libro, jajaja Pero tu tienes la habilidad de hacer que me interese enormemente todo sobre lo que hablas...
¡¡Gracias!!
Besos.AlmaLeonor
Menudas las tuve yo con las traducciones de la Conjuración de Catilina. Aún sueño con ellas.
Eliminar¡Qué poco ha cambiado la historia desde entonces, sobre todo en los pueblos gre co-latinos. Se repiten los hechos una y otra vez, pero no lo aprovechamos para no volver a tropezar en la misma piedra.
ResponderEliminarSomos incorregibles
Y que lo digas, amigo.
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