martes, 19 de julio de 2011

APOCALYPSE NOW

Joseph Conrad es uno de los mejores escritores de finales del XIX, principios del XX, alguien cuyos relatos marineros están a la altura de Melville o Stevenson. Logró transmitir su peculiar y pesimista manera de entender la condición humana y el papel de la civilización. Una de sus obras, Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas), describe los abusos y atrocidades cometidas contra los indígenas del Congo.
Ese es el punto de partida que toman John Milius y Francis Ford Coppola, para construír el guión de esta película, una adptación muy libre del relato de Conrad, cuya acción trasladan desde el continente africano a la Guerra de Vietnam a la par que lo despojan de su anticolonialismo para centrarlo en una especie de viaje iniciático en el que un hombre desciende a los infiernos en busca del compatriota a quien sus superiores le han ordenado asesinar.


Desde la primera escena, la enajenación está presente en todo el film. La guerra ha penetrado de tal modo en los espíritus que todo el mundo está tocado de una suerte de locura que a cada cual ataca de manera diferente.
Aquí asistimos a uno de los puntos fuertes de la película, el retrato de los personajes y la manera en que el conflicto ha alterado sus habitos, sus costumbres, su forma de ser y pensar, su vida...


La sensación de caos y desbarajuste, un mundo en el que parece que los señores de la guerra se han adueñado de sus pequeños ejércitos con los cuales siembran muerte y destrucción en el territorio que ocupan. El desprecio por lo que podríamos llamar normal, en un intento de superar los horrores diarios tratando de escapar de la realidad misma. La amoralidad, la única forma de derrotar a un enemigo cuya única salida es la victoria o la muerte.


Y en medio de este viaje por el río, como decíamos al principio, esta especie de descenso a los infiernos, el capitán Willard (Martin Sheen), que a medida que va enterándose de la peripecia vital del hombre con quien debe acabar, el coronel Kurtz (Marlon Brando), va desorrollando hacia este un sentimiento de admiración, a la vez que va estando más convencido de su locura.
Sus superiores le han ordenado eliminarlo porque ha sacado los pies del tiesto y le acusan de asesino, como dice el propio Kurt, juzgar a alguien por asesinato en esta guerra sería como poner multas de velocidad en la carrera de Indianapolis.


Un gran proyecto de Coppola, tocado por la mano de los dioses en esta década de los 70, en la que nos ha dejado películas que, cada una por separado, vale por toda una carrera.
Ésta en concreto, supuso año y medio de rodaje en Filipinas, en unas condiciones no siempre sencillas, un huracán que asoló el set de rodaje y un infarto del protagonista.
Algunos episodios que han devenido en míticos, no en vano es la película bélica en la que mejor se han sabido utilizar los helicópteros, el sonido de sus aspas acompañando a la música de Wagner y The Doors y la figura de la moderna caballería, la que asusta y amedrenta al enemigo, como ocurría en la antigüedad con la caballería clásica.


La versión que he visto es la estrenada en 2002, a la que Coppola añadió casi 50 minutos de metraje que habían sido descartados, entre ellos todas las escenas correspondientes a la plantación de colonos franceses, en las que hace un poco de historia sobre las sucesivas derrotas de occidente en aquel país. Como dice uno de los colonos, si los vietnamitas son comunistas, serán comunistas vietnamitas, haciendo ver de este modo, que defenderán lo suyo con su propia vida, porque están orgullosos de ser lo que son.
En la escena de la comida en la plantación, acudimos también al discurso de los franceses sobre la ayuda americana al naciente Viet Minh durante la II Guerra Mundial, aquella organización, al mando de Ho Chi Minh, expulsó a los franceses de Vietnam y ahora los americanos luchaban contra un enemigo que ellos habían creado. Algo que se ha repetido a lo largo de la historia en el Golfo con Saddam o en Afganistan con los Talibanes.


Una profunda reflexión sobre el horror de la guerra, pero también una película de un altísimo nivel técnico y de una maravillosa belleza estética, con momentos que forman parte de la historia del cine, como el sadismo personaficado en la frase de Robert Duvall: ¿Hueles eso? ¿Lo hueles, hijo? Es el napalm. Me gusta el olor del napalm, sobre todo cuando amanece. Una vez bombardeamos una colina sin parar durante 12 horas y cuando acabamos de machacarla subí a ella. No encontré nada, salvo el cadaver de un viet. ¡Pero qué olor aquel! ¡Allí olía a victoria!O el vuelo épico de los helicópteros al compás de la Cabalgata de las Walkirias.
Como dijo Coppola al recibir la Palma de Oro en Cannes: Esta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, esto es Vietnam



9 comentarios:

  1. El viaje a la locura y a los más oscuros rincones del alma. El río una vez más símbolo de la vida y la muerte. (cuántas veces se habrá utilizado, casi todas con buen criterio).
    Saludos!

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  2. Sí, es de una plasticidad conmovedora, un progresivo descenso a los infiernos y a la locura que la guerra encierra, la escena del tigre en medio de la selva era de una intensidad brutal, this is the end, pero la historia siempre sigue, y no es igual, por ejemplo que la 2ªGM la hubieran ganado unos u otros. O la de Vietnam: véase luego, Camboya, en fin. Pero como obra de arte es de una plasticidad asombrosa. Para mi gusto los 50 minutos franceses los reduciría a la mitad.
    Saludos blogueros

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  3. En efeto Ethan, una imagen muy utilizada, la del río, pero es que es como la misma vida, siempre fluyendo y guardando en sí penas y alegrías.

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  4. Bueno, los 50 minutos tienen más cosas, amplía la presencia de la playmates y subraya la sensación general de surrealismo de algunas escenas, además de añadir algo más de metraje a alguno de los combates.

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  5. Leí hace poco sobre esta película, ya que estuve leyendo una biografía de Coppola... y que disidia de rodaje la verdad,para resistir esto hace falta un buen aguante psicológico sin duda. La película, por descontado, de diez.

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  6. Una gran película, y la atmósfera que crea es increíble. Aunque es muy diferente del libro de Joseph Conrad, sabe transmitir la incertidumbre que éste crea a la perfección.

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  7. El rodaje daba para hacer otra peli, bueno de hecho hay una peli del rodaje. Un saludo, Manu.

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  8. Hola MYX. Ah, Conrad, ¡qué gran creador de atmósferas! Com sabe describir el tío esas sensaciones, la primera novela que lei de él fue "La línea de sombra" y realmente llegas a sentir la calma chicha en la que se ve envuelta el barco.

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  9. Sí, conozco el documental, venía también en la biografía.
    Cuando esté jubilado o sea un funcionario de media jornada (es broma) y tenga tiempo suficiente, lo veré. El caso es que sigo comprando los DVD con el disco de los extra para ver los making off, pero nunca tengo tiempo... a ver si inventan algo para pararlo.

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