viernes, 22 de abril de 2011

DESMONTANDO A HARRY

El cine de Allen siempre ha despertado esa especie de sentimientos encontrados entre quienes se acercan a sus películas; para unos un genio del cine contemporáneo, incluso los más devotos lo santifican como el único de los grandes que sigue haciendo cine; para otros, un director sobrevalorado, que no les dice mucho, cuyas películas siempre hablan de lo mismo, de sus manías, de sexo, de judíos, hipocondrias... El mismo film repetido una y otra vez con alguna que otra variante.
Vamos, que hay gente, mucha, a quienes no les gusta su cine y su gusto y opiniones son tan respetables como las que más, porque quizá tengan razón.
Pero, mira por donde, hay otra gente que sin llegar al fanatismo de quienes celebran cada una de sus nuevas películas como una fiesta, disfrutan del arte de este judio neoyorkino, que saben que en una carrera tan prolífica hay películas de todo tipo, pero que cuando da con la tecla, nos trae algunos de los mejores títulos de los últimos tiempos.



Desmontando a Harry es una arriesgada apuesta por un guión lleno de matices, por contar una historia que está estructurada de una manera nada sencilla para llevar a la pantalla, con muchos recursos narrativos que requieren de una mano experta y con mucho oficio para saber plasmar en la cinta lo que el realizador tiene en la cabeza sin que de aquello resulte un batiburrillo en el que las piezas estén desencajadas.
Huelga decir que Woody consigue salir con nota del desafío que se marca.



Con un montón de actores de renombre (el propio Woody Allen, Elisabeth Shue, Robin Williams, Demi Moore, Judy Davis, Kirstie Alley, Amy Irving, Billy Crystal, Tobey Maguire, Hazelle Goodman, Richard Benjamin, Mariel Hemingway...) y unos cuantos más de los llamados de reparto, a pesar del aspecto coral que presenta, es una de las películas más personales y más íntimas del realizador. Como si de una confesión general se tratara, en la que nosotros, el público, somos el confesor, Allen nos reconoce algunos de sus posibles defectos, de sus manías, de sus culpas y nos las presenta con inteligencia, sin mucho pudor, sin buscar perdón o redención, tampoco complicidad, simplemente nos habla de las cosas que conoce y las relativiza, porque vivir es el mejor regalo que nos ofrece la vida, no hay que buscar más allá.



Permítaseme el fácil símil, pero cual si de un Ferrán Adrià del cine se tratara, Allen deconstruye su historia en forma de guión y a muchos les servirá para hacer mofa de este tipo de cinematografía, pero como en el caso del cocinero, de cuya cocina todos sacamos chascarrilos, al final no nos queda sino reconocer su originalidad y presumir, aquellos a quienes no les guste, que algo tendrá el agua cuando la bendicen.



Para quienes disfruten del cine de Allen, pues eso, que gocen con esta película, una de sus mejores propuestas en la que suaviza un tanto la aspereza que puede tener la historia, con una buena dosis de gags, como esa escena en la que compara algunos eventos religiosos (bautizos, bodas...), con una convención de Star Wards y una no menor dosis de perlas en forma de frases y chistes de esos que forman parte de su acervo. Para muestra, la grabación que escucha en el ascensor mientras desciende al infierno: - 5ª Planta: Carteristas de metro, mendigos agresivos y críticos literarios.
- 6ª Planta: Extremistas de ultraderecha, asesinos en serie, abogados que salen por televisión.
- 7ª Planta: Medios de comunicación, lo sentimos, esta planta está llena.
- 8ª Planta: Criminales de guerra evadidos, telepredicadores y asociación pro armas.

- Planta baja: todo el mundo fuera.
O la persona a la que se encuentra, ya en el infierno, a la que se dirige el protagonista: - ¿Qué hizo usted?
- Inventé los muebles de metacrilato.




2 comentarios:

  1. trece el último comentario fue por tu respuesta a mi comentario, solo fue mi humilde opinión.
    Sobre esta entrada te diré que vi está peli en el 2.000 en casa, me encantó, una pelicula excelente. Aunque las criticas decian "desmontando a Allen". Una pelicula provocativa. Hizo un chiste sobre judaismo, no me acuerdo bien si fue: algo sobre los seis millones de judios muerto y que los récords están para superarlos.
    De Allen no me gusta todas sus peliculas pero esta considero que fue unas de las mejores.
    Saludos cordiales trece.

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  2. Hace varios chistes sobre judíos, al que te refieres es: - ¿Te importa el Holocausto? ¿O crees que no ocurrió?
    - Sé que perdimos a 6 millones. Lo horrible es que los récords se hacen para superarlos.

    Este otro, en una conversación con su padre en el infierno: - Déjenle ir al cielo.
    - Soy judío, no creo en el cielo.
    - ¿A dónde quieres ir?
    - A un restaurante chino.
    - Llévenlo al “Pato feliz”. A pesar de todo, lo quiero.

    Y otro más relacionado con los nazis:
    - ¿Quién es peor que yo?
    - Hitler.
    - Vale. Quizá Hitler, Goering y Goebbels, pero yo soy el cuarto.

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