miércoles, 4 de septiembre de 2019

THE FRENCH CONNECTION, CONTRA EL IMPERIO DE LA DROGA

Jimmy "Popeye" Dolyle (Gene Hackman) y Buddy Russo (Roy Scheider), dos detectives de narcóticos de la Policía de Nueva York de la comisaría de Brooklyn, se dedican a trabajar a menudo de manera encubierta y aunque realizan constantes arrestos, se trata casi siempre de delincuentes que pasan poco tiempo detenidos y que son peones menores en el tráfico de drogas de la gran ciudad.
Mientras están tomando una copa en un club, Popeye ve en una mesa a un grupo de personas que le resultan sospechosas, incluído un tipo que gasta más de la cuenta, desconocido dentro del mundo de la delincuencia organizada en que operan normalmente. Por entretenimiento deciden seguir a este tipo y a su chica y, más allá de la evidente actividad sospechosa de la pareja, descubren que se trata de Sal (Tony Lo Bianco) y Angie Boca (Arlene Farber), pequeños delincuentes que poseen y operan desde un puesto de venta de periódicos y almuerzos en Brooklyn.
Basándose en la información de uno de sus soplones que les habla del rumor de un importante envío de drogas, continúan su vigilancia y obtienen autorización para establecer escuchas, ante la sospecha de que Sal les puede conducir al alijo de drogas, descubriendo que las personas que se encuentran tras la operación, son dos franceses que llegaron recientemente a la ciudad.
Cuando ambos tipos, Alain Charner (Fernando Rey) y Pierre Nicoli (Marcel Bozzuffi), son conscientes de que están siendo seguidos, comienza una especie de juego del gato y el ratón, en el que los franceses están dispuestos a hacer todo lo posible para proteger su inversión de 32 millones de dólares puesta en el mercado. Popeye y Buddy, trabajan con Mulderig (Bill Hickman), que mantiene una difícil relación con el primero, debido a que Mulderig responsabiliza a Popeye de la muerte de un colega.


El guión desarrolla la novela “French Connection: A True Account of Cops, Narcotics and International Conspiracy”, de Robin Moore que contó con la colaboración de la Oficina Federal de Narcóticos, de la Oficina de Narcóticos de la ciudad de Nueva York, y de la Oficina del Fiscal del Distrito de Kings (Brooklyn), Nueva York, además del minucioso diario de uno de los sospechosos, que brindó informaciones muy valiosas que añadir a los más de mil metros de cintas grabadas y más de mil doscientas páginas que se obtuvieron de los citados organismos oficiales.
Estamos, por tanto ante un film basado en acontecimientos que ocurrieron realmente, un auténtico caso de tráfico de drogas considerado en los anales de la policiales y judiciales, como una de las investigaciones más minuciosas y brillantes.
El film obtuvo cinco premios Oscar en la edición de 1971.


La que, en opinión de muchos, es la más brillante persecución jamás rodada en el cine, hace empequeñecer al resto del film, pues es principalmente lo que ha pasado a la historia de esta película que, a mi particular modo de ver, ha superado con éxito el transcurso del tiempo, pues se sigue viendo con agrado y despertando la tensión y el interés en el espectador.
Ritmo trepidante y un montaje de Oscar (fue uno de los cinco que se llevó), algunas de las escenas contienen tomas realmente innovadoras, seguramente fruto, en más de una ocasión, del ingenio que se vieron obligados a desarrollar por el no demasiado espléndido presupuesto. Por ejemplo, algunos de los seguimientos de personajes, que se realizaron con el operador en una silla de ruedas, lo que hace que el espectador se sienta más cercano a la acción, fueron debidos a esta escasez de medios.
Los personajes son maravillosos y están muy bien definidos en pocos trazos, con un protagonista intolerante, pretencioso, cínico e irascible, de reacciones muy primarias y nuestro Fernando Rey, que parece representar el glamour europeo, componiendo el personaje de un delincuente elegante, astuto e inteligente, pero tremendamente frío y peligroso.
Como anécdota, contar que el realizador, William Friedkin, quería contratar a un actor que había visto en la película de Buñuel "Belle de jour". Los encargados de llevar a efecto la contratación se confundieron, sabían que era un actor español y creyeron que Friedkin se refería a Fernando Rey, cuando en realidad, al que deseaba para su película era a Francisco Rabal. El director norteamericano, se mostró francamente molesto al enterarse de que Rey no hablaba francés, pero cuando supo que Rabal tampoco sabía hablarlo, dejó las cosas como estaban.




4 comentarios:

  1. Hola Trecce!
    Pues curiosamente la he vuelto hace pocos dias. Comparto al 100% tu estupenda reseña. Tiene un toque setentero que a otras peliculas le ha resultado un lastre, esta sin embargo se disfruta y mucho. En cuanto a la persecución, hay una especie de pulso entre esta y la de "Bullit" (1969), la verdad ambas son magnificas. Creo haber leido que en la filmación de esta llegaron incluso a circular por zonas que no estaban acotadas y que en algun momento estuvieron a punto de causar un accidente.
    Saludos!

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    1. Estás bien informado y algún accidente con vehículos particulares hubo, que, por supuesto, pagó el seguro. Unas cuantas escenas de esa persecución no estaban planificadas, no así la de la señora y el carrito de bebé, que estaba diseñada al milímetro.

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  2. Eso del diario del sospechoso me recuerdo a los que actualmente comenten alguna fechoría y luego lo cuelgan en las redes sociales. Hay cosas que no cambian.

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    1. Hay algunos que, además de por delincuentes, parece que les detienen por tontos.

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