miércoles, 2 de octubre de 2024

LA CAZA

 


Tras un divorcio difícil, Lucas (Mads Mikkelsen), un hombre de cuarenta años, maestro en una escuela infantil, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su relación con Marcus (Lasse Fogelstrøm), su hijo adolescente. Desafortunadamente para él, la joven Klara (Annika Wedderkopp) tiene una imaginación descontrolada y se inventa una mentira sobre su maestro. Antes de que Lucas pueda siquiera comprender las consecuencias, se ha convertido en el paria de la ciudad. Abandonado y señalado, con apenas su hijo y el padrino de éste como apoyo, tratará de demostrar su inocencia antes de que se la arrebaten para siempre.


Más que una escuela, el lugar donde trabaja Lucas es una guardería y su labor sería la de auxiliar, pues el colegio donde trabajaba de maestro cerró. Lucas acompaña a casa de manera ocasional a Klara, sus padres son sus vecinos y el padre, el mejor amigo de Lucas y, a lo que se ve, de vez en cuando llegan tarde a recoger a la pequeña, vamos que parecen un tanto descuidados. La niña desarrolla una especie de enamoramiento por su maestro y vecino, en lo que se puede entender por tal a estas edades, hasta que se lleva una pequeña decepción y fabrica una mentira que da lugar al conflicto.


Los abusos a menores no son el principal tema del film, desde el principio sabemos que la niña inventó la historia, lo que Thomas Vinterberg plantea en su película es el daño que una mentira que encuentra eco en la sociedad, puede ocasionar a una persona. La gente del entorno da pábulo a lo que la niña cuenta en la seguridad de que los niños no mienten, algo que más de uno podría rebatir con unos cuantos ejemplos. Aún sin que a veces sean conscientes de ello, lo hacen, por supuesto o, sencillamente, cuentan historias que imaginan. Si esa historia tiene que ver con abusos, ni te cuento lo que puede ocurrir. Y es que la mancha que sufre la fama de una persona cuando estas cosas encuentran eco, ya no se limpia, aún demostrada la inocencia, siempre habrá alguien que sospeche que algo habría de cierto y el rastro de infamia quedará de por vida a pesar de toda una existencia de comportamiento intachable. Si a eso añadimos lo proclives que somos al linchamiento moral, sobre todo cuando actuamos en manada, el futuro de la víctima del bulo, se presenta de lo más negro.




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