viernes, 5 de julio de 2024

EL PORVENIR

 


Nathalie (Isabelle Huppert) es una profesora de filosofía que da clases en un instituto de París. Su trabajo le entusiasma y reparte su tiempo entre sus alumnos y su familia, con sus hijos ya mayores y su madre algo senil y que constantemente la manipula para llamar su atención. Un día su marido le informa de que se va a ir con otra mujer. Ese será solo el primero de una serie de grandes cambios que obligarán a Nathalie a reinventar su vida de un día para otro.


El destino de esta mujer es conmovedor y fascinante. Pero a pesar de Isabelle Huppert, a pesar de la intensidad de su actuación, de esta ironía que ofrece y de esta confusión que desprende, hay como algo de distancia. Esta nueva “libertad”, de la que habla constantemente su personaje, tiene un regusto fuertemente amargo. Y la soledad que la acompaña, este sentimiento de estar fuera del mundo, evoca cruelmente el destino patético y trágico de la madre, interpretada por Edith Scob.


No deja de ser una reflexión sobre la vida, quizá mejor, sobre el paso del tiempo. En un momento dado, la protagonista, cuando visita esa especie de comuna libertaria para pasar unos días con los jóvenes, entre otros quien fuera su alumno preferido, le dice a una de la chicas: "Yo ya estuve aquí", significando que ella también tuvo inquietudes por cambiar el mundo, que fue una activa militante de izquierdas en su juventud, pero que su tiempo ya pasó.
Hay algo fascinante e inquietante en este cine de Mia Hansen-Love en el que la presencia de Isabelle Huppert a menudo le da un plus. Pero existe también esta impresión persistente de déjà vu, como si el cine francés no pudiera escapar de estos personajes, de este entorno intelectual.




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